Son las nueve de la noche del domingo. La televisión hace ya un rato que vomita datos de encuestas a pié de urna sobre las elecciones catalanas. Mi intuición no se equivocaba, está emergiendo el perfil de unos resultados complicados, que van a convertir al gobierno catalán en un "sudoku" bastante enrevesado y de difícil solución, con una sociedad dividida en dos bloques opuestos, que a su vez se dividen en otros bloque bastante diversos entre sí.
Decido sacar a pasear a los "chicos", a mis perritos, que inquietos por salir a la calle, hace rato que me rondan, mirándome con expresión de apremio.
Mientras les ajusto los arneses, sigo pensando en los resultados electorales, y mentalmente le doy las gracias a nuestro ínclito presidente, el señor Mariano Rajoy, quien con sus torpezas y amenazas, tan solo ha conseguido hacer mas fuerte y numeroso al electorado independentista, y nos ha dejado este "regalito"de parlamento, antes de estrellarse definitivamente en las elecciones legislativas de Diciembre.
La temperatura es agradable, propia del principio del otoño, y mientras paseamos, los "chicos" se afanan en levantar la pata en todo árbol, farola y poste que encontramos por el camino. El barrio está tranquilo, silencioso. Unas horas antes, el trajín de gentes en el colegio electoral de mi calle era casi continuo, y ahora las calles están prácticamente desiertas. Parece como si todo el mundo estuviese pendiente de las televisiones, contemplando los resultados electorales, o los resultados de la liga de fútbol profesional, vaya usted a saber.
Cuando pasamos por la esquina, de regreso a casa, decido tomarme una cerveza tranquilamente en la terraza del bar. Desde ella yo y los chicos contemplamos uno de los espectáculos posiblemente mas antiguos del mundo que conocemos : una gran y majestuosa luna nueva se levanta por el horizonte de Levante. Allí estamos los tres, sentados e hipnotizados por el esplendido espectáculo de nuestro satélite emergiendo por encima de los tejados. De repente recuerdo que esta noche habrá un eclipse lunar a las cuatro de la madrugada, una "luna de sangre", por el color rojo que adquiere el satélite al recibir atenuada por la sombra de la Tierra la luz solar.
Pasado un rato, un par de muchachas toman asiento en la mesa vecina. De reojo veo que también se añaden a la contemplación del satélite lunar.
Al cabo de unos minutos, el monólogo de una de ellas me saca de mis meditaciones, vuelvo a mirar de reojo, y veo que recita algo escrito en la pantalla de su móvil-ordenador :
- La presencia de la luna en la casa de tu signo astrológico potenciará tu voluntad, y la resolución de las dificultades presentes. . . . . . Para el ritual, es preciso tener sal marina gorda, una vela blanca, una amarilla y otra roja, mas un recipiente de barro, unas hojas de laurel . . . . . Hay que realizarlo justo después de la salida de la luna. . . . Esparcir la sal delante de la puerta de entrada al dia siguiente. . . . .guardar las hojas del laurel. . .
- ¡¡ Jo. . . tía !!, si lo hubiese sabido antes, habría preparado todo eso. Ahora estas horas no se donde conseguirlo.
Ahora giro la cabeza y las observo directamente. No son dos criaturas, ya rebasan la veintena de largo. Su atuendo no es chabacano, no son dos "chonis" de extrarradio urbano, hasta visten con cierta elegancia y el móvil que refleja las instrucciones del ritual es un caro terminal que rebasa los quinientos Euros de precio.
Y mi mente se despeña por la evolución del conocimiento. Ya hace mas de dos mil y pico de años que Platón sentó las bases de la filosofía clásica, un camino que han seguido incontables eruditos, hasta desembocar en el pensamiento racional de nuestros días.
La técnica aeroespacial nos ha llevado hasta las fronteras del sistema solar. Hemos medido, fotografiado, y comprobado las fuerzas que mantiene unido a nuestro sistema solar. Nuestros telescopios orbitales nos han dado una visión precisa de nuestro universo, apurando tanto que hasta escuchamos el eco rodante del "Big Bang" en forma de radiación de fondo.
Es aún mucho lo que desconocemos de nuestro universo, pero es mucho, mucho más de lo que sabíamos cuando los primeros astrólogos caldeos empezaron a elaborar sus teorías sobre la influencia de los astros sobre el ser humano y su destino.
Supongo que al principio buscaron respuestas a hechos inexplicables ( terremotos, inundaciones, tempestades, plagas ), supliendo la falta de conocimientos con la supuesta fuerza de los prodigios que contemplaban en los cielos. Después, esos astrólogos, cayeron en la cuenta de que esos supuestos "conocimientos" de las fuerzas telúricas les daban poder sobre los no iniciados en sus "artes". De que los campesinos, los soldados y hasta los reyezuelos, les trataban con temor y reverencia, no fuera a ser que desatasen la ira de los cielos sobre sus cabezas.
Y ahí empezó el viejo combate entre la ciencia y sus métodos empíricos de conocimiento por un lado, y las supersticiones y las supercherías por el otro
Milenios después, la ciencia nos ha despejado muchas incógnitas, si el suelo tiembla bajo nuestros pies, no es porque Saturno esté en conjunción con Venus, ni porque un oscuro dios se haya encolerizado, es sencillamente porque la corteza de nuestro planeta está en movimiento perpetuo y asentándose continuamente. La sequía, como las inundaciones, no obedece al movimiento de Marte por la décima Casa, sino por una variación en los vientos y en las temperaturas.
No hemos conocido otra época en la historia como esta, con todo el conocimiento humano al alcance de cualquiera que pueda pagarse una conexión a la red, sin apenas restricciones.
Sentí ganas de interrumpir la conversación de las muchachas, de decirles que su futuro solo está en sus manos, que ellas son las capitanas de su alma, y las dueñas de su destino. De que bajen la vista desde los cielos al suelo, porque su porvenir se decide aquí. Y lo deciden quienes las rodean, no una "conjunción astral".
Pero en ese momento fui consciente de la fragilidad humana, consciente de nuestros miedos y temores. De que necesitamos creer en rituales y liturgias, que aunque inútiles, nos reconfortan y son un asidero delante de las incertidumbres de nuestras vidas.
De que ansiamos que alguien nos de pistas de nuestro futuro, aunque sean falsedades. Porque no somos capaces de enfrentarnos a nuestras incertidumbres. De creer que nuestro destino está escrito, y de que podemos leer el futuro, y modificarlo a nuestro antojo. De que alguien nos garantice nuestra felicidad.
Y me levanté de la mesa pensando en tres milenios de ciencia escrita y documentada, de nuestra lucha por ampliar continuamente el conocimiento, de un teléfono móvil con acceso a archivos infinitos, ¡¡ y todo eso pasado por el forro, para acabar haciendo caso a un oráculo astrológico de pacotilla !!.
Cuando me encaminé a mi casa, solo tenia la certeza de una cosa :yo iba a cenar, de lo que sucediese mañana, ni la mas remota idea. Pero no me da miedo la incerteza. Ni necesito un mapa del porvenir elaborado por nadie.
Ni tan solo un ritual a la "luna sangrienta".
¡¡ Bendita ignorancia equipada con tecnología del siglo XXI !!.