sábado, 28 de septiembre de 2013

QUEDA USTED ADVERTIDO


Vadim Mahora sobre el brazo de la grúa


Media tarde de un caluroso día de Septiembre. Aguardo la llegada del metropolitano en un anden casi vacío de la linea 3. Me siento y abro el libro electrónico que me acompaña en mis viajes en el transporte público barcelonés. Me enfrasco en la lectura de una biografía,  un compendio sobre la vida y obra de los filósofos griegos de la era clásica. 

Resulta algo reconfortante saber que alguien ya despotricaba hace dos mil trescientos contra los políticos, la corrupción y el lujo desmedido, exactamente como yo vengo haciendo últimamente  Lo descorazonador, es sencillamente que han pasado esos dos mil trescientos años, y seguimos teniendo malos políticos, una corrupción incontrolable, y algunos hacen ostentación de su riqueza a diez metros de un comedor social desbordado de usuarios que se avergüenzan de ser vistos haciendo cola allí.

Mientras pienso en alguno de aquellos tipos heroicos que se enfrentaron al tirano de turno cargados de harapos y de razón, y que pagaron con la vida sus reproches al poder, un vozarrón femenino procedente de la megafonía de la estación, a todo volumen, me saca de mis reflexiones :


" Está prohibido bajar a la zona de vías ".

Es imposible que ni siquiera un sordo no escuchase el aviso. 

En los últimos tiempos, el entorno del metropolitano se ha convertido en un lugar terriblemente ruidoso, y no porque los convoyes lo sean de por si. 

Sencillamente los "trompetazos" de la megafonia como el que describo, la música ambiental de algunas estaciones, los proyectores publicitarios con sonido de otras, y los "falsos" músicos que "amenizan" los pasillos de enlace con la música penosa y chirriante que brota de sus amplificadores, han convertido lo que antes era un tranquilo trayecto en una experiencia estresante. 

Para acabar de adobar la situación, puede tocarte en suerte un compañero de asiento con el volumen del MP-3 a tope y que canturrea acompañando la canción  ( oye mi amoool, ya tu saaaabes, y yo no se de naaaaá ), o alguien enzarzado con un teléfono móvil que emite chirridos y ruidos estúpidos ( clinc-clonc, pum-pum, ñigo-ñigo, blub-blub ).

El resultado es que uno llega a su destino en una titulación anímica que oscila entre el agobio y el cabreo

Mi segunda reflexión, es sobre la información del mensaje : ¿ pero a quién demonios en su sano juicio se le ocurriría descender a las vías en horas de servicio  ?. 
No es un lugar como para pasearse tranquilamente. Los riesgos van desde ser atropellado por un tren, ser electrocutado al tocar algún cable mal aislado, o tener un desagradable encuentro con alguna "rattus ferox barcinonensis", mas vulgarmente conocida como rata de alcantarilla resabiada barcelonesa de tres kilos de peso, la "madre" de todas las ratas. 

O sencillamente, herirte con un hierro oxidado y acabar "pillando" un tétanos de caballo.

Me parece que lo de NO arriesgarse a bajar a las vías, es de una obviedad tremenda, pero aún así, insisten en hacérnoslo saber. A todo volumen.

Ultima hora de la tarde. Saco el coche para hacer unas gestiones en el municipio vecino de Cornella del Llobregat. Aparcar allí, es algo complicado. Tras conseguir hacerlo en batería, un rotulo grabado en el espejo retrovisor del vehículo de la lado, un Chevrolet, me llama la atención. La traducción del original inglés, es literal :

" Los objetos reflejados en este espejo, están a la misma distancia que aparentan ".

Ahí queda eso.

Vuelvo a quedarme taciturno y algo pasmado. Me parece algo estúpido que un fabricante  de coches dedique tiempo y recursos para rotular los retrovisores con semejante advertencia. Mas que nada, porque aún no se ha fabricado el coche a prueba de idiotas o de torpes, ni creo que se fabrique nunca.

Días atrás, un tipo trepó a lo mas alto de la grúa que corona las obras de la basílica de La Sagrada Familia. Un ciudadano ruso, Vadim Mahora y un amigo suyo, se escondieron en una de las torres durante el horario de visitas. Ya de noche y cerrado el templo, ascendieron a lo mas alto de la grúa que corona las obras de la torre central, actualmente en proceso de construcción. Mas de un centenar de metros de altura, como se puede comprobar en la fotografía que este "angelito" ha colocado en su  pagina web. Parece que el señor Mahora está haciendo una "tournee" mundial dedicándose a trepar a los edificios mas altos de los lugares que visita. Sin pedir permiso previo para hacerlo, naturalmente.

Los del patronato de obras de la Sagrada Familia, han puesto el grito en el cielo, nunca mejor dicho. Temiendo que el ejemplo cunda y la grúa y las torres se les llenen de "alpinistas" urbanos, han anunciado que instalarán un sistema de seguridad que controle todo el recinto una véz cerrado el horario de visitas. 

Teniendo en cuenta que el área a cubrir de sensores y cámaras tiene una extensión  aproximada de 6.400 metros cuadrados, incluyendo el interior de la basílica,  el sistema de seguridad va a ser caro, muy, muy caro. Y todo, para evitar que un descerebrado acabe aplastado sobre la belleza de piedra que diseñó Gaudí, convertido en una gárgola

Y es aquí donde entro en el eje de mi reflexión de esta semana. Estamos viviendo en una sociedad, en un ambiente que intenta advertir a sus ciudadanos de los riesgos obvios que corre en su vida cotidiana, dando por supuesto que el ciudadano es un irresponsable que no medita en las consecuencias de sus actos del día a día. 

Creo que todos tenemos claro que :

      - Fumar es peligroso para la salud.
      - Deambular por las vías del metro, ídem.
      - No prestar atención al retrovisor, también.
      - Subirse a una grúa de la construcción, si no eres el de mantenimiento, lo mismo.
      - Invertir dinero en acciones preferentes puede provocar afecciones cardíacas.
        ( de esto, no nos advirtieron )
      - Firmar según que hipotecas era un suicidio.
         ( de esto tampoco, y el director del banco, nos sonreía beatificamente )
      - Andar en compañía de señoras/señores de dudosa reputación puede acabar afectando          
        seriamente a la nuestra ( a pesar de que son los mas divertidos ).
       - Abrir latas de conserva del sistema "abre-fácil" descuidadamente, nos puede costar un dedo           de la mano.  ( Esto, tampoco lo advierten en el envase ).
        - Votar a un partido político que carece de programa electoral.
          ( Nunca se les podrá acusar de no cumplirlo, ¿ no nos recuerda a " algunos " ? ).

No me extrañaría, el día menos pensado, encontrarme la siguiente inscripción en la hoja de un cuchillo de cocina :


" El fabricante, advierte de que el uso descuidado de esta herramienta, puede 
provocar lesiones. Asimismo, no se hace responsable de los daños que el uso criminal de la misma pueda provocar".

Desde hace un tiempo, noto un cierto "paternalismo" de los que nos gobiernan desde ministerios y ayuntamientos, tanto que el asunto está derivando hacia una sociedad no ya paternalista, sino "sociedad-madraza". Como si al haberles puesto en el poder  el ciudadano hubiese dimitido de su responsabilidad e inteligencia.

Igual creen que es eso, que a ellos, solo pueden votarles una pandilla de descerebrados, dada su calidad técnica como gobernantes.

Reivindico desde aquí la inteligencia y la sensatez del ciudadano de a pié. Y quién quiera bajar a las vías del metropolitano, trepar a lo mas alto de la Sagrada Familia, fumar o hacer lo que le dé la gana, que afronte sus riesgos. 

Que dejen de sermonearnos.

Para lo ilegal o lo incívico, están las leyes y los reglamentos.


" Quien osa, paga "
-Lema del ala 15 de caza del Ejercito del Aire-

viernes, 13 de septiembre de 2013

MONUMENTOS RAZONABLES ( II )






Ya en otra entrada anterior, había comentado que en la población de Santoña, Cantabria, hay algunos monumentos públicos bastante interesantes. Nada tienen que ver con los que estamos acostumbrados a ver en las  grandes ciudades. 

Toneladas de bronce consagradas a la memoria de algún "padre" de la patria, al que la historia y el tiempo han limado sus defectos y miserias, y que ahora emerge de la noche de los tiempos transformado en un personaje mítico, irreal, cargado de virtudes y que ahora solo vive en los libros de historia que cuatro "chiflados" como yo nos empeñamos en desempolvar.

Aquí, no. Aquí los protagonistas son la gente corriente que han dado vida a esta villa marinera, e incluso hay alguno dedicado al bocarte en una de las rotondas que dan acceso al casco histórico de la población. No en vano, la industria pesquera y conservera es el corazón de esta pequeña ciudad.

Las dos primeras fotografías que ilustran este articulo corresponden a un monumento ubicado el Paseo de Pereda, el paseo marítimo que bordea la ria.

El monumento, cuya peana de piedra está realizada con los sillares del antiguo muelle, está dedicado a la memoria de todos aquellos que un día zarparon de allí, y se perdieron para siempre en la inmensidad del mar. Como dice una poesía alemana : "Sobre la tumba del marino no crecen las flores ...."

Como marinero varado en tierra, no pude evitar un estremecimiento contemplando la figura de un solitario perro de aguas esperando sobre un muelle desierto. La viva imagen de la desolación y la tristeza por una ausencia.

Es hermoso que un pueblo honre la memoria de sus hijos desaparecidos mientras ganaban su pán, o perseguían un futuro mejor a caballo de las olas. 

Y no pude dejar de pensar en un naufragio ocurrido hace mucho tiempo, y que viví con tristeza.



Casualmente a los pocos minutos de tomar las dos primeras fotos, capté la siguiente imagen a escasos metros de allí :





Un perro de aguas, idéntico al del monumento, espera pacientemente en un pequeño muelle de madera. Sigo su mirada, que está puesta en la otra orilla de la ria. Aprovecho para recostarme en la barandilla, disfrutando de la frescura de la brisa y del paisaje.

 Pocos minutos después, atraca en el muelle el transbordador que cruza la ria y enlaza Santoña con la población hermana de Laredo.

El animal da muestras de alegría, al desembarcar su dueño de la embarcación.

Esta véz, la espera no ha sido en vano.


- ¿ Cuando sucedió aquello, "nene" ?.

- Hace mas de treinta años, Timoteo. Fue uno de esos días en que el Atlántico se encabrona y escupe sus amenazas. En la radio entró un S.O.S. Procedía de un mercante italiano que navegaba a setenta millas al noroeste de Finisterre, camino de Irlanda. Solo recibimos una solitaria llamada con el nombre del buque, su posición y una petición de ayuda urgente, se hundía sin remedio. 
El puente de mando verificó la información, y pusimos rumbo a toda máquina hacia el lugar indicado. 
A veintiséis nudos de velocidad y con mar gruesa, la cubierta retumbaba con el trepidar de las máquinas. Las estábamos maltratando y exprimiendo, pero había que llegar con rapidez a aquél punto en medio de la nada.
 El tiempo era tan pésimo, que los helicópteros no podían operar con seguridad. 
Cuando llegamos hasta allí horas mas tarde, no había nadie a quién rescatar. Tan solo, algunas balsas salvavidas vacías. El océano se llevó una docena de vidas.

- ¿ Nadie..... ?.

No había nadie allí, solo aquellas balsas neumáticas zarandeadas por el viento y las olas. El radio-operador que recibió el mensaje, lloraba sin consuelo. Había sido el último nexo con la vida para aquellos infortunados.