"Jamas seria socio de un club que admita como miembros a gentuza como yo". ( Groucho Marx )
sábado, 26 de febrero de 2011
ORLANDO ZAPATA, " IN MEMORIAM"
El pasado 23 de Febrero se cumplió el primer aniversario de la muerte en cautiverio del disidente cubano Orlando Zapata Tamayo.
Orlando murió en prisión tras una larga huelga de hambre en protesta por las duras condiciones de su encierro. Tras su muerte, el régimen cubano trató de negar su condición de preso de conciencia, acusándole de ser un delincuente, que cumplía condena por delitos comunes. Con Orlando, el régimen castrista ha cometido un doble crimen. Primero, encarcelandole y matándole, después, ensuciando su memoria para tratar de minimizar la repercusión de su muerte.
Aquí, en España, algún representante de la intectualidad que milita en la ortodoxia mas trasnochada de izquierdas apoyó la versión oficiál cubana sobre la muerte de Orlando. Es fácil admirar al régimen de Castro desde la posición de un turista español que visita la isla, con el bolsillo lleno de divisas y alojado en un motel de lujo.
Pero seria interesante comprobar si estos "intelectuales" mantendrían su admiracion después de vivir seis meses en aquél país con las condiciones de vida que tiene un ciudadano de a pié de La Habana.
Vivir y sobrevivir en Cuba actualmente puede abocar a cualquiera a ser "técnicamente" un delincuente. Para poderse llevar a la boca algún alimento, hay que recurrir al mercado "negro". Para poder ganar un sobresueldo con el que poder llegar a final de mes vivo, hay que realizar trabajos en la economía "sumergida" de la isla, porque la paupérrima economía oficiál del régimen está desplomándose mes a mes.
En este año transcurrido, muy pocas cosas han cambiado en Cuba. Lo poco que ha cambiado, lo ha hecho a peor. El estado cubano ha tenido que adelgazar forzosamente la nómina de sus empleados, dada la imposibilidad de emplear y pagar a todos, iniciando una tímida y forzada apertura de su modelo económico hacia la iniciativa individual y privada.
Estos días asistimos atónitos a las revueltas que sacuden a una parte del mundo árabe. Son los últimos coletazos, los últimos espasmos de la guerra fría que duró medio siglo entre las dos superpotencias. Estados Unidos y la extinta URSS utilizaron a estos países como peones de ajedrez en su tablero. Ambas potencias fomentaron la ascensión al poder de auténticos tiranos y sátrapas que garantizaban sus diversos intereses en aquellos lugares.
Una vez acabada la guerra, se han mantenido en el poder apoyandose en el miedo y en la fuerza bruta. El férreo control de los medios de comunicación ejercido por estos tiranos ha prolongado unos años más su posición en el poder, hasta ahora. Una nueva generación ha emergido en estos países. Jóvenes urbanos, con una buena formación académica y acostumbrados a manejár las redes sociales que les comunican con el resto del mundo. Bien preparados, pero forzados a la miseria por unos regímenes despóticos que les niegan un futuro digno en su tierra.
Solo era cuestión de tiempo que una chispa prendiese en la hoguera de la rebelión. En Túnez, un humilde frutero se inmolo ardiendo con gasolina, desesperado a causa de las continuas palizas y robos de la policía. El incendio se ha llevado por delante a las dictaduras de Túnez y Egipto. A estas horas, la población Libia combate en las calles contra los mercenarios de Gadafi, ese triste loco que ha proclamado que será un mártir antes que un exiliado de lujo con el provecho de su expolio. Probablemente veamos su cadáver colgando de una farola en el centro de Trípoli dentro de pocos días. Habrá arrastrado en su locura a unos cuantos miles de victimas inocentes más.
Hasta en el Golfo Pérsico, las monarquías del petróleo tiemblan, y tratan de apaciguar los ánimos de libertad repartiendo dinero a manos llenas.
Pero todo este vendaval no se contagiará a Cuba. Allí, disponer de un ordenador y una conexión a la red, es un lujo al alcance de muy pocos. Y por otra parte, el largo brazo del régimen castrista tiene delegados del partido en cada calle, en cada manzana de viviendas, velando por la sumisión y denunciando cualquier conato de rebeldía.
Orlando, quiero que sepas que yo también soy un delincuente común. Si creer en la disparidad de ideas, respetár las diferencias, y amar por encima de todo la libertad es ser un delincuente, yo también lo soy.
Quiero dedicar este "post" a gentes ingenuas como "Willy" Toledo, que aún creen en la bondad del régimen de los Castro, y que mantienen una ideología maniquea supuestamente izquierdista y de progreso, permitiéndose la libertad de insultar a alguien a quién no han tenido el gusto de conocer personalmente.
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Los españoles defensores de la Cuba castrista son unos ignorantes. Ver que centenares de personas se juega la vida por salir de la isla y no darse cuenta de los porques, no es de ingenuo sino de ignorante.
ResponderEliminarFdo. Otro delincuente común