TERRAZA DE SABANAS INQUIETAS

 Aspecto de una de las "suites" de la Casita Blanca   



Era uno de esos hoteles que nunca aparecieron en las guias turísticas de esta ciudad, Barcelona. Y no es porque sus habitaciones no tuviesen un confort adecuado, ni porque sus servicios no fuesen de una calidad aceptable. La razón : era un hotel de habitaciones a horas para parejas de "circunstancias".  Digo era porque el pasado lunes día 31 de Enero, cerró sus puertas para siempre. El Ayuntamiento de Barcelona ha expropiado el edificio para ampliar la Avenida de Vallcarca, invirtiendo siete millones y medio de Euros en la expropiación del edificio.

La "Casita Blanca" era toda una institución en esta ciudád. El edificio es discreto, de fachada anodina, y sin ningún tipo de rotulación que lo distinga. Solo un detalle llamaba la atención, todas las contraventanas de madera, permanecian siempre cerradas. Y en la terraza, en un tendedero cubierto por un techado de uralita, una multitud de sabanas blancas se secaban al viento que desciende del monte Tibidabo.

Ha sido durante décadas, un hotel al servicio de parejas de circunstancias, que encontraban allí un nido discreto para desahogar sus pasiones. Una vez tomada la decisión de pasar un buen rato juntos, y se caia en la cuenta de eso tan conocido de " ni podemos hacerlo en tu casa ni podemos hacerlo en la mia", aquél hotel discreto brindaba sus servicios.

Ya he comentado que este locál era toda una institución en Barcelona, voy a relatár su historia de una manera resumida.

A principios del siglo XX , se levantó en aquél lugar un negocio de restauración, una humilde marisqueria en la que por lo que parece, se comia de una forma opipara. El edificio original tenia dos plantas, el restaurante de la planta baja, y un primér piso con habitaciones, que se alquilaban a los comensales que decidieran echarse una siesta, o lo que se terciase trás la comida, no en vano se dice que el marisco tiene efectos afrodisiacos.

El negocio resultó tan atractivo, que en 1.912 fue adquirido por el Sr. Sendra, originario de Vilafranca del Penedés. El nuevo propietario decidió derribar el edificio original y levantar en su lugar un edificio de varias plantas, muy parecido a un hotel convencionál, y con habitaciones dotadas de todas las comodidades modernas. Las habitaciones fueron decoradas con cierto lujo y exotismo ornamental, donde imperaban las maderas nobles.

Una de las características del local, era que guardaba una total discreción acerca de la identidád de sus clientes. Un cuidado sistema de acceso al local evitaba que dos parejas se cruzasen por los pasillos, y no se aceptaba ninguna combinación que no fuesen las parejas convencionales, mayores de 23 años cumplidos, hasta la fecha en que la mayoría de edad se fijó en los 18.  Una vez desahogadas las pasiones de los amantes, para salir había que avisar a recepción. En su día, había un sistema de timbres que precisaba si se deseaba salir a pié, ó se pedía un taxi. En las ultimas décadas, con la popularización del automovil, cada coche que accedía al parking era ocultado a ojos indiscretos con un sistema de cortinas en forma de esclusa.

Tanta discreción, incluso fomentó la aparición de varias "leyendas urbanas", que la dirección del negocio nunca se molestó en desmentir.

Una de ellas hablaba de un asalto al locál perpetrado por Quico Sabater, el mítico guerrillero antifranquista, ultimo representante del "maquis" en Cataluña, a finales de los años 50. Absolutamente falso. Tan solo hubo un intento de robar la recaudación hará unos once o doce años

En casi un siglo de existencia, el negocio había sobrevivido a una monarquía, una república, a la guerra civil y a la larga noche del franquismo. Sobre este locál y su "actividad", se ha publicado un ensayo periodístico en forma de libro, que dio pié a un documental dirigido por Carles Balagué. Llaman la atención varias anécdotas que se relatan en el.

Durante años, el domingo por la tarde, los amantes clandestino usaban los partidos de fútbol del Barcelona y del Español como coartada para sus encuentros. A la salida, en recepción, una pizarra reflejaba el resultado de los partidos, con detalle de los goles y de los jugadores autores de los mismos. Al menos, si al regreso al hogar les preguntaban por el resultado del partido, podían dar los detalles. Menudos "partidos".

También las misas dominicales daban para una buena coartada. Más de una vez, el servicio de limpieza encontró olvidados en las habitaciones mantillas para el pelo y misales.

Incluso el maestro Joan Manuél Serrát le dedicó una canción en su momento

Lo que no consiguieron los moralistas en la época de la dictadura, lo ha conseguido la piqueta municipal.

Quizás la Casita Blanca contribuyó a su manera a mantener matrimonios infelices, rompió otros, ayudó a calmar las neurosis y ahorró al contribuyente gastos sanitarios en consultas de psicólogos y en recetas de ansioliticos. Yo no juzgo a nadie, porque creo que todo el mundo tiene derecho a la felicidad, y cada uno la encuentra su manera

Se cierra una pagina de la historia sentimental y secreta de esta ciudad. Una historia de amores clandestinos, canallas e inconfesables, golfos. Pero con clase, mucha clase.

          "Quizas le llamaban la Casita Blanca por su terraza de sabana inquieta "