miércoles, 27 de julio de 2016

ESTIO










Nos marchamos.

Como en la canción de Battiato, nos convertiremos en nómadas que buscan los ángulos de la tranquilidad. Nos perderemos por carreteras desconocidas que invitan a recorrerlas sin prisas, con algo de parsimonia mientras contemplamos los paisajes que atravesamos.

Seremos viajeros, no turistas de fotografía en las redes sociales. Buscaremos pueblos soleados, en lo bajos fondos de la inmensidad,  para dormir sobre las almohadas de la tierra. Recorreremos senderos casi de puntillas, por miedo a romper la magia del lugar, con respeto infinito. Buscaremos la paz en la peña mas alta de los montes, olvidandonos del tiempo, y dejando el móvil apagado en la maleta, mientras contemplamos la noche acercarse, y sentiremos esa sensación insondable que da el silencio de la soledad buscada y anhelada. Rozaremos la eternidad del firmamento con la yema de los dedos, buscando viejas estrellas familiares.

Nos miraremos en el espejo de otro mar, con los recuerdos de otro tiempo y viejas tormentas vividas y superadas allí, con un cierto asombro al evocar lo que fuimos capaces de hacer para sobrevivirlas, y constatar que nos hacemos viejos.

Nos sentaremos a la puerta de un bar en la plaza de un pueblo, bebiendo con calma una cerveza, mientras escuchamos a los viejos del lugar, que de regreso de una romería, entonan viejas canciones de su juventud apoyados en la barra de madera de la taberna.

Contemplaremos el desfilar de un río bajo un puente milenario, y recordaremos aquella vieja máxima que nos advierte que nunca nos bañaremos dos veces en el mismo río. Que ese rio es una metáfora de nuestra vida, siempre cambiante, a veces bravo, otras manso, pero nunca el mismo.

Leeremos viejos y nuevos poemas, espantaremos las molestas moscas de siempre, buscaremos nubes de tormenta en los cielos, y dejaremos pasar las horas lánguidamente, sin propósito alguno, solo por el placer de malgastar el tiempo.

Aprenderemos a vivir de nuevo.


- "Nene", me temo que volvemos a ir de vacaciones a algún poblacho perdido, ¿ o no ?.

- Efectivamente Timoteo, en un lugar tranquilo y bello.

- Hombre, no digo que me lleves de vacaciones a Nueva York, pero por lo menos que sea algún lugar civilizado, con cines, bares musicales, señoras interesantes. . . . . 

- Siempre quejándote Timoteo. Aprende a salir del asfalto, atrévete a escuchar el silencio de las noches,  el canto de los pájaros al amanecer y el ruido de los cencerros de las vacas. Anda, haz la maleta con poco equipaje, lo estrictamente necesario. Y deja la pistola en el armero, lo más peligroso que te puede suceder es que te den una paliza jugando al dominó, que esos abuelos saben contar muy bien las fichas.




martes, 26 de julio de 2016

EL ULTIMO JUGUETE



Muchas veces una imagen puede reflejar la realidad mejor que toda una rapsodia de palabras.

El artista gráfico autor del dibujo expresa perfectamente mi opinión sobre la irrupción de este nuevo juego de realidad virtual, que no es otra cosa que un buen negocio para unos cuantos disfrazado de pasatiempo.

Si no había suficiente con los zombies que caminan por la calle pendientes del "wassap" de marras, ahora también tenemos esto.


- Menuda pandilla de "alelaos", nene. 

- Acuérdate de la máxima que tenían los emperadores romanos para cometer sus tropelías sin interferencias : "Pan y Circo", Timoteo. Solo que ahora, lo han reducido simplemente a "Circo", repartir pan es caro.

- Y yo que me reía de la broma de enviar a algún ingenuo a cazar por ahí  "gamusinos con barba"

jueves, 14 de julio de 2016

MUERTE EN LA ARENA, REDES SOCIALES Y "CAUSAS SAGRADAS"






Días atrás mi amiga Pilar se quejaba en su blog, "Abalorios"  de lo bronca y encarnizada que había sido la campaña electoral a través de la redes sociales ( Twitter, etc. ). 

El encarnizamiento no provenía de las cuentas oficiales de los candidatos y de los partidos, no, sino de su seguidores. Pilar se quejaba de que no solo se perseguía a los oponentes, sino que casi se buscaba su exterminio físico.

Yo le comenté que a estas alturas, los debates en las redes se comportan como tertulias de taberna, con el añadido de la sensación de impunidad que da el supuesto "anonimato", la falta de presencia física en la conversación, y de que estos debates se han convertido ya en algo tóxico, donde prevalece el insulto y la descalificación gratuita sobre el razonamiento sereno. El efecto es el mismo que la charla en la taberna con tres copas de más : una sarta de sandeces llenas de baba.

Y uno llega a la conclusión de que los medios electrónicos han democratizado realmente la comunicación : cualquier imbécil puede hacer públicos sus rebuznos y que sean conocidos por medio país, cuando antes este perturbado solo era conocido en su barrio o su escalera.

Hace cinco días, fue noticia la desdichada muerte de Victor Barrio, matador de toros, durante una corrida en la plaza de toros de Teruel. No soy amigo de las corridas de toros, pero la muerte de Victor me conmovió. 

La muerte de un hombre jóven en la plenitud de su vida siempre es una tragedia. Es una vida truncada, que deja tras de si a una esposa, familia, amigos para los que la vida no volverá a ser igual.

Que la muerte era un riesgo que asumió en su profesión es cierto, pero no por ello deja de ser una tragedia.

Y el lado aún mas triste de este suceso, ha sido la reacción en la "redes" de algunos militantes anti-taurinos y defensores de los animales. 

Las dos capturas de "twit" que encabezan esta entrada nos da una idea de lo que se ha publicado desde la comodidad de una pantalla táctil o un teclado : autenticas barbaridades.

A fecha de hoy el perturbado que firma como Vicent Belenguer asegura que le han hackeado o manipulado su cuenta de "twitter", y que el no es el autor de ese rebuzno. ¿ Cinco días mas tarde se da cuenta de que le han suplantado ?. No me creo nada de eso, es pura y llana cobardía, irresponsabilidad.

Señor Belenguer, usted es dueño de sus silencios, y esclavo de su palabras. Afronte las consecuencias de sus actos.

Lo que ignoro es la excusa que tiene en su caso la señora Lara Garcia Constanzo, para publicar en la cuenta de la viuda de Victor, Raquel Sanz,  semejante comentario. Da asco leerlo.

Toda esta gentuza, estos perturbados me han recordado con sus actitudes las dos épocas mas negras de la historia reciente de este país.

Una es los años de plomo del terrorismo de ETA, y el tratamiento que los simpatizantes de los terroristas daban a las victimas y a sus familias en el Pais Vasco.  Pintadas insultantes en  las paredes, amenazas veladas,  bromas macabras, comentarios hirientes dichos en voz alta en presencia de los familiares de las victimas.

Todo un "ambiente" que durante años flotaba en los pueblos y ciudades de Euskadi, criminalizando a las víctimas y sus familias, ante la indiferencia de la mayoría de la población, con el silencio cómplice de los cobardes.

Otra es la guerra incivil y la post-guerra. Cuando era niño, escuchaba los comentarios en voz baja de mis abuelos y mis padres acerca de los fusilamientos, de los asesinatos sumarios que cometieron los vencedores.

A pesar de mi corta edad, y de los esfuerzos de mis mayores por disimular sus conversaciones, yo tenía buen oído y mejor conocimiento, llegando a identificar a alguno de aquellos desalmados que vivían tranquilamente cerca de mis abuelos. Lo que no podía llegar a entender es como individuos totalmente normales, corrientes y hasta anodinos, podían haberse comportado como carniceros y asesinos. Con saña y maldad.

Años mas tarde, ya mayor de edad, aproveché mi cercanía a alguno de estos antiguos asesinos para conversar con ellos de lo que había pasado en aquella guerra salvaje y en la represión.

Cuando le pregunté sobre la razón de aquellas muertes, la respuesta que me dió era muy simple :  "Eran ellos o nosotros".

Una respuesta simple, surgida de una mente simple y dicha sin pestañear apenas. Aquel abuelete con aire respetable continuó tomando el fresco de la noche de verano impasible en su silla, a la puerta de su casa, a escasos centenares de metros de la fosa común donde reposaban sus victimas, hecha al lado de la vieja tapia del cementerio

Parece que los ciudadanos de este país somos los auténticos herederos de Caín.

Llevamos la furia homicida grabada en nuestra genética. No tenemos remedio. Abrazamos cualquier "causa sagrada" con entusiasmo, ya sea un partido político, una ideología, un club de fútbol, o la defensa de los animales. Con tanto entusiasmo que llegamos al insulto y al escarnio, y a desear la aniquilación física de los adversarios.

Desde aquí quiero enviar mi respeto y mi cariño a la viuda de Victor Barrio, Raquel Sanz, a sus familiares y a sus amigos.

Espero que se pueda llevar ante la justicia a estos bocazas desalmados. Solo con que sufriesen el bochorno de justificar sus gansadas siniestras declarando ante un juez, ya me sentiría satisfecho.

El odio, el insulto gratuito y feroz y el escarnio no pueden quedar impunes.