SIN PATRIA CONOCIDA

                                           Firas Maraghy  ( Fuente : Bild )


Firas Maraghy es una naturál de Jerusalén de 39 años de edád, residente temporál en Berlín. Está casado con una ciudadana alemana y es padre de una niña de ocho meses de edád.

El pasado viernes 27 se cumplió un més desde el comienzo de sú huelga de hambre, que lleva a término bajo un tilo en la avenida berlinésa Auguste-Victoria Strasse, y poco a poco, sú protesta empieza a hacerse un hueco en ls noticiarios y la prensa alemanes. El término "kafkiano" está bastante devaluado ultimamente, pero la situación personál de Firas reálmente lo és.

Nació  en el sector del este de Jerusalén, el cuál fué anexionado por el estado de Israél en 1.967 durante la Guerra de los Seis Dias. Desde entonces, los residentes palestinos de Jerusalén Este están sometidos a un curioso status quo legál. No disponen de documentación que les acredite ningúna nacionalidád, ni Palestina ni Israélita, tan solo un documento que los acredita como habitantes, algo parecido al registro municipál de nuestro país, el censo del padrón.

Firas se casó en el 2.007 con una ciudadana alemána, Wiebke Dïel, a la que conoció trabajando en un centro de atención a discapacitados en Jerusalén. Desde septiembre de aquél año, ambos viven en Berlín, donde ella completa sús estudios universitarios.

En mayo del 2.009 viajó a sú Jerusalén natál para renovár el documento que le acreditaba como habitante, y solicitár un permiso de residencia para sú esposa. Le fué denegada la concesión del permiso para ella, y solo renovaron sú documento hasta mayo del 2.011, con la condición de que debia residír permanentemente allí durante un año y medio como minimo. Tampoco le permitieron registrár legálmente como residente a sú hija. Hay que aclarár que Firas nunca ha solicitado la nacionalidád alemana, a la que tiene derecho por matrimonio, para no perdér de esa manera la condición legál de habitante de Jerusalén.

Hace yá algún tiempo que ví un documentál que refleja la situación legál de los palestinos del Jerusalén Este. Cada véz más son presionados para que abandonen la ciudád, basicamente con dós sistemas diferentes :

- Comprandoles los inmuebles, por un importe superiór al precio de mercado de la zona. Estas operaciones están financiadas casualmente por organizaciones de judios ultra-ortodoxos, que inmediatamente instalan allí a nuevos vecinos pertenencientes a la organización, prácticamente de un dia para otro

- Dificultando seriemente renovár los exiguos documentos que autorizan la residencia a los palestinos, llegando incluso el impedír la entrada allí a los palestinos que han viajado fuera de la ciudád, con la excusa de la caducidád del documento de marras. Es el caso que me ocupa hoy.

Hay que recordár que la ocupación por parte Israelí de Jerusalen Este es ilegál y no está reconocida por la O.N.U, y es un episodio sin cerrár de la Guerra de los Seis Dias.

Esta situación me recuerda terriblemente a la vivida durante la expulsión de Kosovo de la minoria Albanesa a manos de los nacionalistas Serbios, al cruzár la frontera con Albania, se les despojaba de toda la documentación que  pudiese acreditár sú residencia en Kosovo. Incluidas las matrículas de los automóviles.

Vaya por delante, que no soy partidario de ningúna de las dos partes en conflicto. Que tanto horror me causan los postulados de Hamás, Hezbolláh y todos los extremistas musulmanes que pregonan la destrucción del estado de Israél, como los de los ultra-ortodoxos judíos que aseguran que no se rendirán hasta vér hecho realidád sú sueño del Eretz Israél, el gran Israél que coincide con las fronteras del rey Salomón, en el que por supuesto, no puede habér un solo palestino, ni nadie que sea infiél a la religión Hebraica.

Israél y Palestina están condenadas a vivír, o morír, pero siempre juntas. Prolongár este conflicto que dura mas de sesenta años es inútil. Aquí no habrá nunca vencedores, tan solo vencidos. Vencidos los Israelíes, porque tendrán que seguír durmiendo con un fusíl bajo el colchón, y preocupados porque sús hijos alcanzan la edád militár y mañana puede estallár otro episodio más de la larga guerra. Con la amenaza de que un cohete de fabricación casera les alcance mientras pasean por la calle, ó que un suicida haga volár un autobús urbano. Vencidos los Palestinos por la falta de una tierra a la que llamár pátria, siendo moneda de cambio de los intereses ajenos de sus "hermanos árabes", sufriendo las represalias indiscriminadas del Tsahál, el ejército Israelí, o de los servicios secretos del Mossad, que ya no son tan precisos como su leyenda proclama, convertidos en párias que tan solo pueden sobrevivir gracias a la ayuda internacionál, sin futúro.

Hay que reinventár los caminos de la páz en Isarél-Palestina, buscár el liderazgo de hombres y mujeres honrados que busquen acuerdos juntos. De paso elimimarian la excusa que el conflicto supone para los radicáles árabes.

Pero mientras ese momento llega, que los palestinos habitantes desde generaciones en el Jerusalén Este vieran reconocido sú derecho a vivír allí voluntariamente en páz, seria un buén comienzo.

Firas piensa mantenér su huelga "hasta el finál". Espero que no lo haga, tiene esposa e hija, y un futuro para él en la vieja Europa, si él lo desea, y porque la suya seria una muerte más en este largo conflicto, una gota más en el inmenso océano de esta sinrazón, que el fondo, a nadie importaria salvo a los suyos.

Con su gesto, ha conseguido dár a conocér a la opinión pública la difícil situación de los palestinos de Jerusalén Este.

Pero de todas formas, me hago solidario cón él, y con todos aquellos que desean vivír en páz, independientemente de la bandera que ondee en el mástil.

                       " Imagina que solo hay un cielo azúl sobre nosotros,
                          imagina que no hay religiones, tan solo gente viviendo en páz"

                         ( John Lennon )

                         " Y que negro era el colór, de aquella bandera,
                             súcia y llena de sangre, que álguien puso en
                             nuestras manos "

                            ( Rodericus )