EL HOMBRE DE LA MOTOCICLETA

Sobre Vicente Ferrer (Barcelona 9 de Abríl de 1920-Anantapur 19 de Junio de 2009) poca cosa puedo añadír yo que no sea yá de conocimiento público.

Si hay un claro ejémplo de heterodoxia en el mejór sentido de la palabra, es él.

Militante de P.O.U.M en sú temprana juventúd, participó durante la guerra civíl española en la batalla del Ebro junto al ejército republicano.

Trás la caida de Cataluña se exilia brevemente en Francia, desde donde regresa para sufrír prisión en una campo de prisioneros en Betanzos y cumplír el servicio militár en el ejército franquista.Trás retornar a la vida civíl emprende la carrera universitaria de Derecho, que no finaliza para incorporarse a la orden de los Padres Jesuitas.

La actividad misionera de la orden le lleva hasta la India, donde aquél inmenso país, casi un continente, se apodera de sú corazón, y decide consagrar sús esfuerzos para aliviár la miseria de la que allí es testigo.

Empezó en la población de Mammad, al norte de Bombay, en el estado de Maharastra.

Allí, unos misioneros evangelicos le cedieron una pequeña casa.En sú interior tan solo habia una mesa, una silla, una máquina de escribír y una inscripción en la paréd : Espera un milagro.

Vicente no se sentó a esperar el milagro, salió a los campos a realizarlo.

Su actitúd valiente a favór de los parias del país le valió la expulsión de la orden de los Jesuitas, y también una breve salida del país forzada por algúnos de los sectores politicos que veian en él y sú obra un peligroso precedente revolucionario, a pesár de que Vicente no predicó nunca la fé Cristiana entre los menesterosos ni ningún credo politico.

Retornó al país por intercesión de Indira Ghandi, quién comprendió la verdadera naturaleza de la obra de Vicente, y quizás también temiendo alguna clase de revuelta popular.

Se instaló en Anantapúr, en el estado de Andhra Pradésh, un lugár arido y pobre de aquél país, alejado de todo, por donde ni siquiera pasan los Monzones.

Pero aunque no lo parezca, nuestro protagonista de hoy no es Vicente Ferrer.Cuando arrancó sú trabajo para poner allí una taza de arróz , escuela y algo de atención sanitaria al alcance de los lugareños, el principio de sú obra fué bastante duro.Aquella primitiva granja en el corazón del hambre y la miseria estaba abierta a todos, siempre habia un poco de arroz y un camastro para el que llegara hasta allí.

Un dia apareció un viajero, un norteamericano con aspecto hippie montado sobre una destartalada motocicleta.Estaba recorriendo el país al uso de los antiguos viajeros, lentamente, cubriendose con el polvo de los caminos, compartiedo sú comida con los paisanos, y durmiendo donde le sorprendia la noche.

Vio el trabajo que Vicente estaba haciendo en el lugár, y decidió quedarse unos dias para echár una mano, y la verdad es que en aquél sitio, se agradecian un pár de brazos más.

Pasaron los dias, y aquél viajero notó una tarde a Vicente más taciturno de lo habituál.

-Vicente, te veo muy serio, ¿ ocurre alguna cosa ?.

-Tenemos problemas financieros, solicité unos créditos a los bancos para comprar bombas de agua, herramientas agricolas y un poco de todo lo que nos es imprescindible para sacár esto adelante.Y lo planes que teniamos para hacer frente a los vencimientos no han funcionado, corremos el riesgo de que nos embarguen todo lo que tenemos aquí.

-¿ Y a cuanto asciende la deuda?.

Vicente se la dijo, ascendia al cambio a unos 160.000 Euros actuales.

Aquél hombre extrajo un talonario de cheques de la mochila y rellenó uno a nombre de Vicente con aquél importe.

Vicente no se lo tomó en serio, pero guardó aquél cheque en sú escritorio.

Al cabo de unos dias, al amanecér, aquél viajero recogió sús cosas, y tras despedirse de Vicente se perdió a lomos de su moto por las polvorientas carreteras.

Pasó alguna semana más, y el embargo se hizo inminente, los bancos exigian el pago de toda la deuda. A Vicente no le hacia gracia aceptár semejante cantidad de un extraño, y tampoco confiaba en que hubiese saldo en aquella cuenta norteamericana.Pero decidió ingresár aquél cheque al cobro como solución desesperada.

Y el milagro se produjo, el talón era correcto y la cuenta disponia de saldo.

Quizás aquél motociclista no sea consciente de que salvó la obra de Ferrer en un momento crítico, y que a dia de hoy, miles de familias en un perdido rincón de la India tienen futuro gracias a él.

Espero que aquél anonimo viajero encontrase al finál de su camino lo que buscaba, porque un hombre que viaja tan solo con sú mochila y es capáz de extender un cheque de esa cantidad sin pestañeár para combatír la miseria no anda buscando nada de orden materiál.

A pesár de que esta historia pueda parecerlo, nó es ninguna leyenda, se la oí contár a Vicente Ferrer.Habian pasado años, pero Vicente al recordarla aún no salia de sú asombro.

Los milagros, de véz en cuando, suceden.

Y recordár que la obra de Vicente sigue viva hoy gracias al esfuerzo de sú viuda, sú hijo y la contribución anonima de miles de personas que remiten donaciones a la fundación que lleva su nombre.La lucha y el trabajo que él emprendió continuan.

Para finalizar un refrán hippie de la época : Libera tu cuerpo, libera tu mente, pero ante todo libera a tú gente,