viernes, 27 de abril de 2012

EL EVANGELIO SEGUN TIMOTEO BOFARULL ( V )



                                                         Capitulo 1 ( 5ª parte )



     - No se merecen, tan solo era parte de nuestro trato. No volverán por aquí. Nadie podrá volver a intentar echaros de aquí, descuida.
     Los vecinos, celebraban su victoria en las calles. Alguien había avisado a un ambulancia, donde era atendida Remedios, la vecina de la casa de enfrente a la de Timoteo. Aparte de la herida en la cabeza, la mujer presentaba un cuadro de conmoción cerebral. Timoteo era consciente de que aquél policía le había visto, y probablemente a aquellas alturas, debían de haber dictado ya una orden de detención contra él. Entró en su casa, y se dirigió al baño. Allí, detrás del mueble que colgaba de la pared, sacó de un escondrijo todo el dinero en efectivo que tenía acumulado en la casa, una cifra respetable. Cogió el teléfono móvil y el cargador de corriente, y salió de la casa. La ambulancia estaba a punto de partir en dirección al hospital del valle de Hebrón con la anciana herida. Se ofreció a los médicos para acompañar a la mujer, les dijo que ella era una familiar suya. Subió junto a la camilla en la parte posterior del vehículo, y se sentó. La pistola, le estorbaba y se le estaba clavando en el culo, pero no se atrevió a acomodársela en presencia del enfermero que atendía a la mujer.
     El vehículo de emergencias, tuvo que dar archa atrás para evitar el furgón de la policía que había sido abandonado por su dotación en la esquina. Alguien, lo había incendiado. Algunos vecinos intentaban controlar el fuego para que no se extendiese a la casa cercana. A lo lejos, se oían las sirenas de los vehículos de los bomberos. La ambulancia, cruzó el cordón policial que envolvía el barrio en dirección al hospital. Ningún policía reparó en ella en mitad de todo aquél jaleo.
      Timoteo contempló a través de los vidrios traseros de la ambulancia la columna de humo que se levantaba desde su calle mientras el vehículo se alejaba del barrio. Se sintió desasosegado. De una manera u otra, habían conseguido echarle de su casa.
     La operación de desahucio, había quedado suspendida. El destacamento de policías, no podía acercarse a menos de veinte metros del límite de las “casas baratas”. Una sensación incontrolada de pánico inexplicable, se apoderaba de ellos. Parecía que hubiese una barrera invisible alrededor de la zona para todo aquél que llevase un uniforme azul.
     Así, acabó lo que la prensa calificó al día siguiente como la “batalla del Bon Pastor”.
     Aquel mediodía, el sargento primero de la Guardia Civil Manuel Vázquez estaba en su despacho de la sección operativa del Centro Superior de Información para la Defensa, (CESID ). La sección operativa, apodada por sus miembros como la “sección Hollywood” era la encargada de realizar las tareas que se podrían considerarse “ilegales”, como las escuchas, los registros en locales y domicilios, y las vigilancias de todos aquellos que pudiesen significar por una razón u otra una amenaza para la seguridad nacionál. La sección realizaba los “trabajos sucios” del CESID. 
     Desde su alta en el hospital, hacia unos meses, Vázquez había sido incorporado a aquél nuevo destino por recomendación del coronel De La Fuente.  La delegación de Barcelona, ocupaba una planta de un moderno edificio de oficinas en la calle de Tarragona. Ninguna placa en el vestíbulo indicaba su presencia en aquél edificio. Una docena de plazas de aparcamiento en el sótano estaban ocupadas por los diferentes vehículos de la unidad, y los diferentes conserjes que se turnaban las veinticuatro horas en el vestíbulo del edificio, también pertenecían al servicio. La seguridad, era discreta pero efectiva para todo el bloque, donde las actividades del servicio de información convivían con empresas privadas. Los miembros del grupo, pasaban inadvertidos entre el personal de las diversas oficinas de empresas comerciales que ocupaban el edificio.
     Vázquez había cerrado un caso de vigilancia sobre una empresa dedicada a la importación y exportación aquellos días. Una tapadera legal que encubría un caso de inmigración ilegal, y estaba resolviendo todo el papeleo que el fin de aquella operación había generado. La banda de delincuentes había sido desarticulada el día anterior, y sus miembros puestos a disposición del juez de guardia.
      El ordenador destacó en la pantalla la entrada de un nuevo fichero procedente de la actividad de la Policía Nacional. No era que mantuviesen una relación de estrecha colaboración con la policía, sencillamente un programa informático colocado en el ordenador central de la Policía Nacional automáticamente les enviaba una copia de las alertas que se generaban.
     Vázquez abrió el archivo que había recibido. Era una orden de arresto contra un individuo que aquella mañana había disparado contra miembros de los antidisturbios en la barriada del Bon Pastor. Había un par de fotografías de la ficha policial del presunto sospechoso. Se sorprendió al verlas.
     - ¡¡ Coño !!, si es Timoteo.¿ En qué clase de lio te habrás metido, niño ?.
     Vázquez sentía un sincero aprecio por Timoteo desde que ambos coincidieron en el Hospital Gómez Ulla de Madrid.
     Era poco antes del mediodía cuando Jordi Hereter recibió aquella llamada en su despacho en el edificio de oficinas que el ayuntamiento tenía en la plaza de Sant Miquél.
     --¿ Digame?, ¿ si ?…… ¿ cómo, que no ha sido posible empezar los desalojos del Bon Pastor?..... ¿ Porqué ?. No es posible, no… ¿ Que una compañía entera de antidisturbios han escapado como conejos ?. ¿ Pánico ?. Mira Antonio, yo no entiendo nada. ¿ Que siguen en el perímetro del barrio y no pueden entrar ?. Aún lo entiendo menos todavía. Mira, voy a coger el coche y voy hacia allá, porque no me creo nada de toda esta mierda que me estas explicando. Espero que haya una buena razón para todo este lio. Diles que se mantengan todos quietos donde están, los policías, el juez, el secretario del juzgado, y tú mismo. No os mováis de ahí, tardo media hora en llegar.
     Hereter hizo localizar urgentemente a su chofer, y emprendió el camino del centro de la ciudad al Bon Pastor en el coche oficial. Cuando llegó a la zona, contempló a todo el grupo, policías, juez y funcionarios a un lado de la calle. Al otro lado, un grupo de vecinos y los muchachos del ateneo libertario increpaban, insultaban y se mofaban abiertamente de los ocupantes de la acera opuesta del la calle. La llegada de Hereter a bordo de su coche oficial, hizo que los insultos, las amenazas y las puyas se redoblasen de una manera atronadora. Alguna botella de cristal fue lanzada desde la otra acera contra el pelotón de policías, que esquivaron sin muchas complicaciones.
     Hereter se encontró con el funcionario que le había llamado nada mas poner un pié en el suelo.
     -- Ya me explicarás que es esa historia de que no podéis entrar en el barrio.
     -- Lo que oye, en cuanto intentamos cruzar la calle, nos es imposible, ¡¡ se lo juro, señor Jordi!!. No sé qué es lo nos sucede, ¡¡ pero no tenemos cojones de entrar ahí !!.—El tono servil del funcionario se vió afectado por el miedo que destilaba su vóz.
     -- Antonio, intentadlo y os acompaño, no puedo creer que no podáis entrar en esa calle sin motivo aparente.-- Hereter crispó el rostro tras la conversación con su subordinado. No soportaba la incompetencia ni las tonterias
     Antonio habló con el oficial la mando de los policías, con el juez y los funcionarios judiciales. Los policías se prepararon para cargar una vez más. La primera línea de uniformados, cruzó la calle con los escudos de plástico levantados, y con los funcionarios, el juez y Hereter tras ellos. Nada mas alcanzar el otro lado de la calle, los policías empezaron a titubear mientras los revoltosos retrocedían al interior de las calles.
      Hereter, empezó a sentir una sensación de desasosiego. Tenía la impresión de que la luz del día se iba oscureciendo poco a poco a cada paso que daba. La producción de adrenalina se disparó en sus glándulas supra-renales, y su hígado activó la producción de glucosa. Empezó a sentirse amenazado por algo indefinido, algo que no veía, pero que acechaba a la sombra de aquellas casas de planta baja, y que le obligaba a estar en alerta, vigilante. Empezó a sudar, y detuvo sus pasos vacilantes. Los policías que le precedían, empezaron a retroceder de una forma nerviosa. Hereter se quedó solo en aquella calle. Una botella, arrojada por los alborotadores, se estrelló en la pared,  junto a él, llenado su chaqueta de esquirlas de vidrio. Pero no le inquietaban los objetos que volaban hacia él. La luz, continuó descendiendo en intensidad. Le daba la impresión de estar entrando en la penumbra del anochecer. Pero eran poco más de las doce del mediodía. Sudaba copiosamente dentro de su ligero traje veraniego, y sus pies se habían vuelto de plomo. Una sensación de pánico incontrolable le dominó súbitamente. Un miedo desconocido, que nunca había sentido. De repente, su esfínter se soltó y notó una masa cálida descendiendo por sus pantalones. Se giró en redondo, y salió de aquella calle, siguiendo a los policías y funcionarios que habían retrocedido instantes antes que él.
     -- ¿ Lo entiende ahora, señor Jordi ?.
     -- Si Antonio, os entiendo a vosotros, pero no entiendo que es lo que sucede ahí dentro.
    -- Pues lo hemos intentado en varias ocasiones con el mismo resultado. Los policías que cargaron en la calle de Serós contra las barricadas, hablan de demonios, de seres sobrenaturales que están dentro de esas calles.
     --Antonio, yo no he visto ningún demonio, pero me he cagado encima, ¡¡literalmente!!.
     Hereter se dirigió al oficial al mando de la policía, y a los funcionarios judiciales.
     -- Suspendemos el desalojo, por favor, vuelvan todos a sus cuarteles y despachos, y mañana volveremos a intentarlo otra vez. Esto no tiene ninguna explicación posible.—Vio por el rabillo del ojo a una unidad móvil de una emisora de radio estacionada a unas decenas de metros. Los periodistas, habían estado cubriendo la noticia de los incidentes.—Y que ninguno de ustedes haga ningún comentario sobre lo que ha ocurrido con la prensa, por favor.
     Una vez disuelto el operativo para el desalojo, Jordi Hereter se dirigió a un bar cercano, para procurar limpiar en lo posible el desastre que había bajo sus pantalones. Una vez aseado dentro de las posibilidades, se tomó una cerveza fría para serenar el ánimo. Todo aquello, era inexplicable para él. Cuando volvió al coche oficial, le ordenó a su chofer que se dirigiera a su domicilio, en vez de a su despacho. Observó a través del retrovisor una mueca burlona en el rostro del conductor. Aquello le hizo ponerse de mal humor.
     -- Y borra esa estúpida sonrisa de tu cara, so cretino, o mañana vas a estar conduciendo un camión de basuras.—La expresión del chófer, se volvió malhumorada, como la de su jefe.
     El convoy policial con los furgones supervivientes del incidente, llegó al acuartelamiento situado en la Zona Franca. El oficial al mando de la compañía, hizo reunirse a sus hombres nada más desembarcar de los vehículos. Los rostros de aquellos policías, eran una galería de diferentes expresiones. Había algún rostro lívido  todavía por el miedo, expresiones de preocupación, de asombro, y alguna incluso jocosa.
     -- Señores, esperaremos órdenes para regresar al Bon Pastór cuando nos lo indiquen otra véz. Y que quede claro que esto que ha sucedido hoy, ¡¡ no puede salir de aquí de ninguna manera !!. Nadie hablará de este asunto con la prensa o con ningún medio de comunicación. Y si a alguien se le ocurre hacerlo, y averiguo quien es, lo suspendo de empleo y sueldo durante tres meses y le envío a hacerse una evaluación psicológica preventiva.  ¡¡ Así que calladitos todos !!. O nos van a tomar por locos, ¡¡ coño !!.
          
     



Tras abroncar a sus hombres, el oficial se dirigió a las oficinas, y tomo asiento en su mesa,delante 
del ordenador. Se conectó al banco de datos del ordenador central de la policía en Madrid, el "Gran Berta", y abrió el fichero de delincuentes correspondiente a la provincia de Barcelona. Discriminó los datos introduciendo el código postal del Bon Pastor. Cerca de doscientas fichas aparecieron en el indice de la pantalla. Aplicó el filtro de edad entre los veinte y treinta años, y discriminó las que quedaban por sexos. Finalmente, solo quedaron veinte. Tras pasar en pantalla una docena de

                                      ( continuará )
     

1 comentario:

  1. Alguna vez tenían que ganar los que siempre pierden...me ha gustado esta visión. A ver que pasa con Timoteo...porque ya lo tienen fichado.

    Escribes muy bien amigo. Con dosis de intriga suficientes, y un montón de detalles informativos y explicativos para que el lector pueda meterse más en la trama y entender lo que está leyendo.

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