jueves, 26 de abril de 2012

EL EVANGELIO SEGÚN TIMOTEO BOFARULL ( III )




                                                      CAPITULO 1,  ( 3ª PARTE )




      La casualidad quiso que el día elegido para ejecutar los primeros desahucios programados coincidiera con el aniversario de la fecha de las últimas elecciones municipales. El miércoles veintiocho de mayo de mil novecientos noventa y seis
Amaneció despejado y con buen tiempo. El calor del ya próximo verano se insinuaba con una temperatura agradable aún antes de la salida del sol.  Los policías de la compañía antidisturbios, empezaban a sudar bajo el pesado uniforme. Se desplegaron por los accesos al barrio, controlando las calles para evitar la entrada de personas ajenas a él cuando se corriese la voz de que se iban a ejecutar los mandamientos de desahucio dictados por el juzgado. Esperaban que algo mas tarde de las nueve, apareciese por allí el secretario y los funcionarios del jugado. También esperaban a los obreros de una empresa municipal que debían sacar a la calle los enseres de aquellas casas en las que sus inquilinos no lo hubiesen hecho previamente, agujerear los tejados para inhabilitar las viviendas, y tapiar puertas y ventanas, a la espera del derribo definitivo.
     Timoteo regresó de sus correrías nocturnas sobre las ocho de la mañana. Aparcó el coche fuera de la zona, en la calle Sant Adriá. Decidió tomarse un café con leche antes de meterse en la cama, y recorrió unos metros, hasta la calle Estadella. Entró en el bar “El Recreo”, también conocido por el mal nombre de “Can Fritangas”, ya que la cocina de calidad, no era unos de los atractivos de aquél local. Lo regentaba Matías, otro antiguo legionario, como Timoteo. Un hombre entrado en la cuarentena, con aspecto algo patibulario y descuidado.  Matías no se daba demasiada buena maña cocinando, y las pocas tapas que servía en aquél lugar,  pasaban todas por la freidora, a la que cambiaba el aceite para las frituras muy de tarde en tarde. La campana extractora de la cocina, también necesitaba una limpieza urgente. Sumado lo uno a lo otro, el penetrante aroma de fritura algo rancia invadía todos los rincones de aquél local. Limpiando, Matías tampoco se esmeraba demasiado, y el local ofrecía un aspecto algo descuidado y sucio. Pero “El Recreo” era atractivo para la juventud del barrio. Los precios moderados de la bebida, y las fabulas, las “batallitas” que Matías explicaba sobre su paso por la legión, atraían a los jovenzuelos de la zona. Una mesa de futbolín completaba el magnetismo que el local ejercía sobre los muchachos.  La ancha acera frente al local, permitía colocar unas cuantas mesas en el exterior, eso garantizaba el éxito del bar en las largas noches de verano. Muy a pesar de los vecinos de los pisos situados sobre el bar, que alguna madrugada, y hartos de griterío, habían remojado algún vez a los ocupantes de la terraza con el lanzamiento de cubos de agua.
     Timoteo no se sorprendió de encontrar allí a su amigo Antonio Cortés, también conocido como “el Tato”.
     Antonio Cortés, “el Tato”, era el hijo mayor de un gitano y de una “paya”. Su padre, Ramón, se dedicaba al negocio de la recogida de chatarra. Se rumoreaba que tenía una pequeña fortuna, aunque seguía residiendo en la zona y era un hombre de comportamiento y gustos austeros. Su único lujo conocido era su hijo Antonio, el primogénito. Tras el, habían nacido tres hermosas niñas, y su esposa, decidió que cuatro hijos ya eran suficientes. Cuando Antonio regresó del servicio militar, Ramón le pasó a su hijo la responsabilidad del transporte y las recogidas en la chatarrería. Antonio amplió el negocio con una sorprendente capacidad de organización. Pero también amplió su propia capacidad de negocio a otros ámbitos no demasiado legales.
     Timoteo entró en el bar. Al menos a aquellas horas, el ambiente en el local aún era respirable.
     - Buenos días “Timo”. Haces cara de cansancio, ¿ aún no te has ido a dormir ?.
     - Aún no. Vengo de hacer la ronda de reparto.
     - ¿ De colocar esa birria de hachís mezclado con mierda de gato ?.
     - ¿ Que quieres que haga “Tato” ?. La gente quiere “mandanga” económica. El día que se fumen alguna cosa sin adulterar, igual acaban ingresados en el hospital con un ataque de risa incontrolable. ¿ Hace otro café ?.
     Mientras Matías preparaba la ronda de cafés en la cafetera, Timoteo levantó la vista hacia la estantería de botellas que había tras la barra. Le sorprendió un azulejo de cerámica que antes no había visto. Tenía una inscripción:
                                                “ Ángel de la guarda
                                          que guardas los pecadores
                                                aparta de esta casa
                                              a los malos pagadores “
     - Matías,¿ qué quieres decir  con ese rótulo del azulejo ?.
     - Na,  no va por vosotros. Pero es que hay gentusa en este barrio que se cree que yo tengo un banco. Y estoy harto de apuntar consumisiones que naide   s´acuerda  después de pagarme. Si es que te dejan argo a debé y ya ni pasan por delante de la puerta.
     - También tienes algo de razón.- Dijo Antonio.
     - Si cobrase too lo que me deben, me podría ir de vacasiones a Marbella un mes por lo menos
     - “Timo”, ¿ ya has visto como está hoy el barrio ?.
     - No Antonio, he aparcado el coche y he entrado aquí a tomarme el café.
     - Pues está rodeado por la policía, la “pasma”. Hoy empiezan con los desalojos. Desde la madrugada, han situado las furgonetas de los antidisturbios alrededor.
     - Ya ni me acordaba Antonio. Se va a liar un buen follón. Los “anarcos” han estado estos últimos días preparándose para montar una batalla campal. Me parece que esta mañana no me van a dejar pegar ojo.
     - Ya es una lástima que echen a esa pobre gente. Dicen por ahí que van a levantar pisos de lujo en el solar que quede libre cuando derriben todas las casitas. Tú también estas afectado,  “Timo”. ¿ Donde irás cuando te obliguen a “ahuecar” de la casa ?.
     - No tengo ni puta idea, Antonio. Yo vivo al día, y solo me preocupa lo que pase desde hoy  hasta la semana que viene. A partir de ahí, Dios dirá. Me voy a dormir, a ver si con suerte no hay demasiada escandalera.
     - Pásate esta noche por aquí antes de irte, “Timo”. Estaré con mi nena y echamos unas cervezas juntos.
     - Una solo, que después tengo que conducir por ahí. Hasta luego.
     Timoteo salió del bar. Cuando alcanzó el límite de la retícula de casitas que conformaban el barrio, vio que todos los accesos estaban controlados por agentes de la policía nacional. Al llegar a la entrada de su calle, se encontró con una barrera de policías equipados con material antidisturbios. Para poder acceder al interior de la calle, tuvo que identificarse ante los policías con su carnet de identidad y justificar que vivía allí. No le hizo demasiada gracia.
     Veinte metros más allá de su casa, había un grupo numeroso de personas que ocupaban toda aquella estrecha calle. Estaban frente a una de las casas afectadas por el desahucio de aquél día. Era la casa de la Mari. Aún no habían aparecido por allí los funcionarios del juzgado, pero los ánimos ya estaban exaltados. Observó a algunos de los componentes del grupo de anarquistas del barrio en aquél grupo. No se explicaba cómo habían podido sortear el control de la policía nacional, pero allí estaban. Se habían pertrechado con algunos de los contenedores de basuras, y parecía que los iban a utilizar como barricadas para cerrar el paso a los policías. Entró en su casa con el ánimo sombrío.
     No se molestó en levantar la persiana de la ventana. Se tendió en el sofá del minúsculo comedor, escuchando los sonidos amortiguados de la batalla que se preparaba en la calle. Cerró los ojos por instante, y cayó en el sopor provocado por el cansancio y la noche pasada en blanco.
     No supo cuanto tiempo había pasado cuando abrió otra vez los ojos. Seguía escuchándose un sordo rumor procedente de la calle. Allí, frente a él,  en el rincón del comedor, volvía a estar aquella presencia inquietante.
     - Buenos días Timoteo. ¿ Tienes el cuajo de echarte a dormir mientras echan fuera de sus casas a tus amigos y vecinos ?.
     - ¿ Y qué puedo hacer yo frente a una compañía de antidisturbios ?. Tan solo acabar con la cabeza reventada y detenido en la comisaria.
     - Eso no debería darte miedo, ya tienes experiencia pisando comisarias como detenido. Quizás de esa manera, tus vecinos tendrían mejor concepto de un pequeño “chorizo” como tú.- Timoteo se incorporó en el sofá. La ultima insolencia del demonio, había tenido el efecto de despejarle la modorra. Se puso en pié y se enfrentó al demonio. Puso su cara a unos centímetros de aquella alucinación. Miró aquél rostro inhumano, y lo rozó con los dedos. Notó un tacto suave y solido debajo de ellos, acompañado de una tremenda sensación de frio. Parecía alguien real.
     - ¿ Y tú Beleth ?. Nada menos que un príncipe de los infiernos. Un jefe militar con mando sobre ochenta y cinco legiones de demonios.-- Timoteo seguía manteniendo su rostro a escasos milímetros de la cara de Beleth.-- ¡¡ Un diablo todopoderoso, un ángel caído por ambicionar el saber y el poder de Dios !!, el demonio que regaló el conocimiento divino a los hombres adiestrándoles en el arte de las matemáticas.- Timoteo notó la mirada sorprendida de Beleth en aquellos ojos negros como la noche,  casi inescrutables. Un rugido ronco le respondió.
     - ¡¡ Tu !!. ¿ Como sabes todo eso de mí ?.
     - ¡¡ Vaya, el “chorizo” iletrado te ha sorprendido. Creía que siempre estabas a mi lado, aunque no te viese cerca de mí. Desde que empezaste a torturarme con tus apariciones, me he documentado. Tardé unos días. Primero, le pregunté a don Manuel, el sacerdote de la parroquia. Al escuchar tu nombre, se santiguó inmediatamente, y salvo decirme que eras un demonio, poco mas pudo explicarme. Me costó unos días, pero por suerte, conseguí encontrar en una librería de viejo una traducción al castellano del “Ars Goetia”, una parte del libro que escribió Salomón acerca de los demonios. No solo eres un demonio, sino uno de sus siete príncipes. Me han colocado un vigilante infernal de lujo. ¿ Porqué tu, nada menos ?.- El demonio permaneció en silencio unos instantes. Parpadeó un instante con aquellos extraños parpados, y tras, aparentemente meditar lo que iba a decir, habló :


                                                 ( continuará )





     








   
  
       

3 comentarios:

  1. Me he quedado con la intriga de saber cómo continúa esta historia.
    Me gusta la parte demoniaca. Aprender cosas nuevas sobre la oscuridad.

    Sigue así amigo porque esta super interesante. O al menos para mí. La duplicidad de las personas. El Ying y el Yang. Me gusta.

    Rebeca.

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  2. Que bien que te he reencontrado, os había perdido con los virus y los cambios.
    Me encanta la historia.

    Un beso

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  3. Te echaba en falta, Pilar.

    Un beso.

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