Ayer, en la misma Zaragoza que le vió nacér un 10 de Marzo de 1.935, falleció Jose Antonio Labordeta Subias.
Deja una huella imborrable en el mundo culturál y politico de sú Aragón natál, y en toda España.
Hombre pleno en múltiples disciplinas, casi al estilo de los artistas renacentistas, pero en el lado de las humanidades.
Se definió a sí mismo como un "anarco-burgués", peró fué mucho más allá del significado que puedas encerrár esta palabra compuesta.
Ejerció la docencia como profesór de instituto de ensañanza média. Autór de prosa y poesia que también publicó ensayo. Luchadór por las libertades en la clandestinidád durante el fránquismo, siempre militó en la izquierda ilustrada, racionál y posibilísta.
"Armado" con una guitarra, musicó sús versos para convertirse en la conciencia del cambio político que en la decada de 1.970 transformó para siempre la fáz de este país. Ante todo fué un grán amante de sú tierra Aragonesa, puso vóz a una tierra luchadora y semi-olvidada, que buscaba su identidád silenciada y ninguneada, sú lugár al sól en un país que salia de siglos de oscuridád.
Ejerció como periodista que nos mostró en una serie de televisión, los rincones de España que quedan alejados de las grandes carreteras. Con sú mochila, su paráguas cuando hacia falta, y su bota llena de vino colgando del hombro, nos alumbró una geografia desconocida, pero más humana léjos del asfálto, y pobladas por una humanidád genuina.
Humanidád genuina que también destilaba él. Diputado en dós legislaturas por el partido "Chunta Aragonesista", fué un político atípico. Los políticos profesionales de este país, se distinguen por hablár extensamente, pero para decír muy poco, a pesár de hablár durante horas. Labordeta era lo contrario, decia mucho hablando muy poco, de una manera llana y sincera. Bajo su aspecto socarrón y hasta a veces cascarrabias, habia honradéz, coherencia y sinceridád.
Tan atípico era como político, y siendo muy consciente de ello, publicó sus memorias como diputado bajo el título de : Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados.
Pidió que le recordasemos como "un árbol abatido, como un pájaro herido".
Yo no lo recordaré como a un árbol abatido. Lo recordaré como a un fuerte roble que crece al lado del camino, que supo hundír sús raices en una tierra devastada, hasta llegár a la eséncia de sú pueblo. Que creció sacudido por los vientos de la tirania, pero que a pesár de todo, sú tronco creció recto y fuerte.
Que ha sido un referente de honradéz y bonhomia, y que sú sombra ha acunado a toda una generación de progresistas.
Echaré de menos esa mirada pícara y esa socarroneria tuya. Al finál, la libertád que tanto proclamabas, esta yá grabada de una manera indeleble sobre esta tierra y en la piél de sús gentes.
Adiós, hasta siempre abuelo.
Para sus paisanos, su "Canto a la Libertad", era el himno de Aragón.
ResponderEliminarSaludos
Incluso para mí, Lucrecia. Era un canto de reivindicación, pero sin revanchismos, pura fé en el futuro.
ResponderEliminarHubiera dado cualquiér cosa por compartír con él el vino de sú bota y un bocadillo, sentados en cuálquier peña al borde de una camino perdido, respirando aire puro, y compartíendo una conversación inteligente.
Saludos, guapisima.
Mi queridísimo Josép:
ResponderEliminarPensemos en él todos los días y no se habrá ido del todo. Qué hermoso es leerte, en verdad.
Me ha encantado tu último latido en mi Blog. Te llevaste las palmas, jajaja.
Siente un abrazo lleno de cariño desde Siberia, guapo :D
Es la realidád Mariana. Nunca hemos tenido tantos medios para comunicarnos como ahora, pero nunca he visto tanta soledád como en estos tiempos.
ResponderEliminarLabordeta será siempre un referente de honradéz, sinceridád y erudición.
Un beso.