viernes, 29 de marzo de 2019

DIARIO DE UN RELATOR ( VII )


 El vuelo desde Tallin a Barcelona fué plácido, tranquilo y puntual. Kadri quedó impresionada por la vista de las playas del Garraf y el Bajo Llobregat que contempló brillando bajo el sol de la mañana mientras el avión hacia su descenso hacia la pista del aeropuerto.

-- No he puesto un pié en el suelo aún, y este lugar me tiene fascinada ya.

Tras recoger  el equipaje y cuando salían al exterior de la terminal uno, se encontraron con un afable J.C. Fábregas, que les esperaba al pié de una elegante furgoneta oscura con los cristales tintados.

-- ¡¡ Bienvenido a Barcelona, Julius !!, y en tan buena compañía.

Fábregas no apartaba la mirada de Kadri.

--  Gracias señor Fábregas, le presento a Kadri Hunt, amiga y colaboradora, ¡¡ ah !!, y domina el castellano mejor que usted.

Fábregas captó el mensaje mientras estrechaba la mano de Kadri, y lamentó para sus adentros aquél comentario indiscreto, mientras Kadri le dedicaba una sonrisa formal acompañada de una mirada glacial.

Embarcaron en la furgoneta, que disponía de dos filas de asientos enfrentados. Durante el trayecto, Fábregas puso al corriente a Julius del calendario de reuniones, que arrancaba dos dias mas tarde. El lugar : el Palacio de la Generalitat, aunque mantuvo en el anonimato el nombre de los participantes.

-- Y en este sobre hay un adelanto de sus honorarios, dos pasajes de regreso a Tallin con fecha abierta, y una tarjeta de crédito para los gastos adicionales de su estancia con nosotros.

Julius echó un vistazo al contenido del sobre. Estaban los pasajes, un fajo de billetes de a cien Euros, y una tarjeta "Master Card" a su nombre.

-- ¿ Y el número de seguridad ?

-- Muy fácil, mil setecientos catorce, el año del desastre.

-- Menuda obsesión tienen ustedes, ¿ Y cuando la pase por un lector, también sonará "Els     
    Segadors" ?.

-- Es otra de las cosas que me gustan de usted, Vikrandas, ¡¡ tiene sentido del humor !!. No 
   olvide. Pasado mañana, presentese en el Palau a las nueve de la mañana, y pregunte por mi,        por favor. Le enviaré instrucciones sobre el acceso al Palau al teléfono móvil que hemos      
    preparado para usted.

Fábregas, volvió a echar mano al interior de su maletín de cuero, y extrajo un teléfono móvil de un modelo algo aparatoso que Július no reconoció.

-- Este es un terminal protegido por encriptación. A partir de ahora cualquier comunicación 
   entre nosotros u otros miembros del equipo de conversaciones, la haremos a través de estos 
   aparatos. En la agenda, encontrará  mi número y el de otras personas con las que 
   posiblemente tendrá que comunicarse en el ejercicio de sus funciones. Nada de usar su linea 
   propia, por favor. ¿ Y sabe cuál es el numero de desbloqueo del terminal ?.

-- No me lo diga, mil setecientos catorce.

-- Ja,je. ¡¡ Exacto !!.

Tras cruzar el puerto y la Barceloneta, la furgoneta llegó a la altura del hotel.

Tras registrarse, ocuparon la habitación asignada en la planta veinte. Desde allí, la panorámica de las playas perdiéndose en el horizonte hacia el Maresme era espectacular.

Mientras Kadri se extasiaba con las vistas, Julius peleaba con la caja fuerte de la habitación para configurar la clave. 

No era de recibo dejar semejante cantidad de dinero en la mesita de noche, o andar con el encima por la ciudad. En recepción, había visto algún cartel que advertia a los visitantes sobre la delincuencia y los ladrones que poblaban las áreas turísticas de la ciudad, a la caza de turistas incautos. 

Algo así en Tallin seria impensable, y si fuese así,  habría provocado la dimisión del ministro del interior de turno.

Una vez configurada la caja fuerte con una cifra fácil de recordar, Julius echó mano del teléfono para llamar a su esposa.

-- Hola cariño. . . .Si, acabo de llegar al hotel. . . . .no, no es gran cosa, mas bién un hotel algo anodino de tres estrellas, aunque es cómodo, eso si. . . . . . . ¿ el trabajo ?, empiezo pasado mañana, aún no tengo demasiados detalles de con quienes me sentaré a la mesa, incluso conmigo guardan un cierto secretismo. . . . . bueno, cambiando de tema, ¿ salís los tres para Florida pasado mañana como estaba previsto ?. . . ¿ si ?. . . . bien. . .  nos iremos llamando estos dias. . . . si. . . .yo también. . . . ya verás como te los pasas bién en el crucero. . . .no, no me eches en falta y pásalo bien. . . . un beso. . .  adióosss.

Mientras Julius hablaba con su esposa sentado al borde de la cama. Kadri, como una pantera silenciosa había gateado por el lecho hasta situarse a sus espaldas. Había desabrochado lentamente la camisa de Julius, y había empezado a acariciar el pecho de este lentamente con la punta de las uñas.

En cuanto cortó la llamada, Július dió un respingo y se puso en pié.

-- ¡¡ Aghh !!. Sabes que no me gusta nada que hagas eso, provocarme mientras hablo con 
    Marja. Bastante me cuesta ya mentirle con algo de convicción.

Kadri se levantó de la cama con movimientos felinos y se abrazó a él. Július notó la mano de ella cerrándose  suavemente sobre su abultada entrepierna.

-- Tus convicciones morales van por un lado, pero tu cuerpo va por otro, semental mio.

El aroma del cuerpo de Kadri disipó los momentáneos reparos y la mala conciencia de Július.  Y se dejó llevar por sus instintos y por el ímpetu de aquella mujer.


( continuará )







4 comentarios:

  1. Vamos a ver: Soy el Juez Marchena, creo que debemos que tener una larga conversación. Ahí lo dejo....

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  2. Joder...al hotel Vela...ese es de cinco estrellas...como se entera la parienta ya verá...

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  3. Seguro que a la caja de seguridad le metió también como clave la de 1714. Ponemos a todo la misma contraseña y luego pasa lo que pasa.
    Saludos, Rodericus.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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