sábado, 2 de marzo de 2019

DIARIO DE UN RELATOR ( V )


La propuesta de Marja, mi esposa me pilló completamente descolocado unos dias mas tarde.
Estábamos cenando, mientras una ligera nevisca caía al otro lado de los ventanales

-- Los Ivask se van de crucero por el Caribe el mes que viene. . . . . 

-- Pués me parece muy bién cariño, que lo disfruten.-- Respondí medio abstraído viendo                  moverse los copos en el viento.

-- Nos han ofrecido que les acompañemos, y claro, he pensado que como estás de año sabático,        no te será difícil encontrar unas semanas de vacaciones para ir con ellos. Maret me ha           
    explicado con algo de detalle en que consiste el recorrido, y me ha parecido maravilloso. Y          esta es la mejor época del año para hacerlo. Mira, saldríamos de Miami y . . . . . 

-- ¡¡  Para, para !!.  Que esté de año sabático no quiere decir que esté sin hacer nada                  
   rascándome el ombligo. Estos dias estoy preparando el viaje a España para mi investigación,     cerrando visitas con archivos y bibliotecas, y además, corrigiendo y ajustando el plan de      
   estudios para el siguiente curso. Trabajo no me falta.

-- Pero si todo eso lo podrías hacer tranquilamente con tu ordenador portátil y el teléfono         
   desde cualquier lugar. Podrías trabajar cómodamente desde el barco. Tienen conexión a la         red de alta velocidad vía satélite.

-- Vaya, ya veo que has pensado en todo, Marja. Pero no, no todo es tan fácil como parece.

Marja se sumergió en un ofendido silencio. Debía llevar dias acariciando la idea de aquél viaje, que ya debía haber planeado minuciosamente junto a Maret.

Olev Ivask no era ningún presuntuoso nuevo rico hortera que alardea de sus posesiones. No te restregaba en la cara su mansión, su casa de campo para el veraneo, ni su yate amarrado en el puerto deportivo de Tallin. Sencillamente te invitaba a cenar en su mansión, a pasar un fin de semana en la casa de campo, o a una jornada de pesca en su yate. Sin darle importancia a nada de todo aquello, y comportándose con absoluta normalidad.

Lo que yo realmente no soportaba de Ivask  era la frialdad de su carácter y su pragmatismo. Había hecho grandes negocios con los últimos soviéticos, y ahora, desde un país independiente, los hacia con los rusos.

¿ Inmoralidad ?, quizás no, mas bién una ambición insaciable y muy bien disimulada bajo una fachada de aparente corrección. Era un tipo capaz de sobrevivir impasible a cualquier cambio o desastre, sacando mas o menos provecho de ello siempre.

Circulaba algunos rumores sobre el doble uso, civíl y militar, de los componentes que fabricaba y exportaba para los rusos, sensores de control  para hornos de cocina que podían instalarse en la guia infrarroja de misiles anti-aéreos. Se abrió alguna discreta investigación, no en vano somos un país miembro de la OTAN, pero se cerró sin ningún clase de indicio ni pruebas.

Ivask era uno de aquellos hombres que se habían camuflado en el paisaje de mi país después de llenarse muy bién los bolsillos, y sobre los que nadie se hacia demasiadas preguntas, como con todo lo relacionado con los últimos tiempos  de la República Socialista de Estonia.

Representa todo aquello de mi país que yo odio en silencio.

En los dias posteriores, Marja insistió, al principio, en el proyectado crucero. Yo apliqué la antigua táctica del "ni sí, ni no", dando largas al asunto mientras seguía con mi trabajo y mis citas clandestinas con Kadri.

A la vista de mi actitud, Marja empezó una guerra psicológica conmigo. Aparecieron en casa catálogos de cruceros en el Caribe "situados" oportunamente en nuestro salón, sobre el sofá, en las mesillas auxiliares. . . . .

Y yo empecé a tener pesadillas donde me veía a mi mismo bailando ridículamente la conga, con una multitud de jubilados yankies, cruzando el salón de la cubierta principal, al son de una música cubana interpretada por una orquesta vestida para la ocasión, con blusas con volantes en las mangas. Ivask encabezaba la fila marcando el ritmo tocando unas maracas y con un habano en la boca.

-- ¡¡ Aghhhhhhhh !!, ¡¡ uuuuhhhhhh !!.

-- ¿ Estas bien cariño ?

--  No. . . .no pasa nada, Marja, tan solo es un sueño horroroso.

--  Trabajas  demasiado Julius, no te iría nada mal para tu salúd que hiciéramos juntos ese       
     crucero.

Apagué la luz de la habitación e intenté volver a dormirme. En el silencio de la casa me parecía escuchar  el ritmo de unas maracas en la lejanía.

Al dia siguiente, sobre las once de la mañana, realicé una llamada desde mi despacho.

-- Buenos dias señorita, querría hablar con el señor J.C. Fábregas. . .  sí, yo soy Július      
   Vikrandas desde Tartu, Estonia. . . . . . .



( continuará )



6 comentarios:

  1. Se va a meter en fragao que ya verás ¡¡¡

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  2. Qué casualidad. Ya somos dos los que odiamos los cruceros y toda esa parafernalia hortera que los acompaña. Mejor meterse en líos a nivel internaconal que soportar los bailes horribles, la cena de gala con el capitán, etc.
    Un abrazo.

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  3. Y además el capitán no les invitará a su mesa.

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  4. En el río Arlanzón se hacen unos cruceros magníficis, partiendo del Puerto Olímpico de Gamonal recorres la Sierra de Urbion, pasas por Soria y después Zaragoza. Ahí sube hasta Lérida para volver por Navarra. Ribera del Duero, lechazo, torreznos y Rock And Rollo ..

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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