Cuando el Mercedes de Ernesto entro en aquella calle recoleta del Putxet, Nuria ya le estaba esperando en la puerta del edificio donde vivía, y donde el pasaba aquellas horas inexistentes en su agenda.
Hasta que el coche se detuvo a su altura, ella no reconoció a su amante sentado dentro de él. Una expresión de infinita sorpresa se mezcló con una amplia sonrisa en su rostro. Cuando Ernesto le había llamado, estaba practicando deporte correteando por las calles del barrio, ataviada con ropa elástica de deporte que realzaban un cuerpo elástico y muy femenino a la vez. El puesto de trabajo como asesora en el Puerto Autónomo que Ernesto le había conseguido le dejaba las tardes libres, y el tiempo libre le permitía practicar largas carreras atléticas por las empinadas calles del barrio.
-- ¡¡ Ernesto !!, no me digas que. . . .
-- Si, lo acabo de sacar del concesionario hace diez minutos, y no podía esperar a enseñartelo, cariño. Sube.
Ella abrió la puerta del acompañante, y entró en el vehículo. Una agradable mezcla de olores, en la que predominaba el olor a cuero nuevo invadió sus fosas nasales.
Contempló los detalles el interior, aquél tablero de instrumentación que parecía el de una nave espacial, el tacto del cuero, la sensación envolvente y cómoda de aquél asiento, el suave y casi inaudible ronroneo del motor al ralentí, la lúz tamizada por los vidrios tintados. Todo allí dentro era lujo, comodidad, serenidad y sensación de poder.
-- Tiene. . . tiene que haberte costado una "pasta".-- La excitación que ella sentía le provocó un leve tartamudeo.
-- Pues sí, es verdad. Una cifra casi indecente.
-- ¿ Y que potencia tiene. . . . ?.
-- Eso si que es absolutamente indecente, cariño mio.
Mientras Ernesto le explicaba algunas de las características de su nuevo juguete, observaba la expresión arrobada,de Nuria, y en aquella chispa de lúz que había en sus bellos ojos verdes. Supo que podria saciar la sed que sentía de su cuerpo.
-- Mañana o el domingo podremos estrenarlo dando una vuelta por ahí. ¿ Que te parece si lo encierro en el parking y pasamos un rato juntos en tu casa ?, aun es temprano.
Entraron en el aparcamiento de la finca, donde Nuria retiró su motocicleta de su plaza para hacer sitio al coche de Ernesto. Subieron hasta el ático en el ascensor.
Entraron en el piso de ella. Allí estaban los dos, en su pequeño paraíso, en su oasis, a salvo de cámaras y miradas indiscretas. Nada mas cerrar la puerta tras ella, Nuria le pasó los brazos sobre sus hombros, y le besó levemente en los lábios.
-- Voy a ducharme, ponte cómodo mientras tanto.-- El la retuvo entre sus brazos, y la estrechó contra su cuerpo mientras le devolvía el beso de una forma ansiosa, excitada y salvaje.
-- Ni se te ocurra ducharte ahora, vida mía. Quiero saborear tu cuerpo así tal como está ahora. Quiero empaparme de tu esencia auténtica, sin olor ajeno a gel de baño.
Ella no dijo nada, y se apretó aún mas contra el cuerpo de Ernesto, devolviendo un beso mas apasionado aún, al tiempo que acariciaba por encima de los pantalones el abultamiento de la entrepierna de Ernesto.
El trayecto hasta el dormitorio de Nuria quedó marcado por la ropa de ambos tirada por el suelo.
Ya en la amplia cama, Ernesto se deshizo con un manotazo de su ropa interior. Había jugado con ventaja, bajo la ropa deportiva y ajustada de Nuria tan solo había un leve "tanga" que había quedado abandonado en la puerta. La lúz del sol poniente quedaba tamizada por la persiana y las cortinas de la ventana, dejando una semipenumbra amable en el dormitorio.
Notó en ella una excitación mas fuerte de lo habitual, y Ernesto se propuso hacer durar todo lo posible aquella sesión de placer. Empezó besandola y acariciandola lentamente, de una manera leve y medida, recreándose en todos los rincones de aquel cuerpo glorioso, y provocando espasmos de temblores en ella, llevándola hasta el límite de su sensibilidad, y aflojando lo suficiente como para no cruzarlo.
Después de un tiempo indeterminado en que ella se había limitado a responder con suavidad a sus caricias, Nuria revolvió su cuerpo atlético en la cama al modo de una pantera, y volteó a Ernesto debajo suyo. Apoyó las palmas de su manos en los hombros de él y rodeó su pelvis con el bajo vientre. Con un leve movimiento de cintura, y mientras le miraba directamente a los ojos, lenta y suavemente se empaló en el sexo de Ernesto. Mientras Nuria movía lentamente las caderas atrás y adelante, el creyó que entraba en el paraíso.
Cuando Ernesto emergió del sopor "post-coitum", no habría sabido decir cuanto tiempo había transcurrido. Solo que la penumbra había aumentado en la habitación, y las ultimas luces naturales filtradas por la persiana, creaban un mosaico de fuego en la espalda desnuda de Nuria. Apretó su cara contra ella, aspirando aquél dulce aroma de hembra excitada y saciada, mientras acariciaba sus pechos, provocando un reflejo de placer en la muchacha.
-- ¿ Te sientes bien cariño?-- Ella le respondió con un ronroneo gatuno que Ernesto interpretó como un "como nunca".
-- Tengo que marcharme vida mía, es tardísimo. Mañana te llamo y hacemos planes, de acuerdo ?.
-- Dúchate antes de irte cariño, hueles a mi coño, y no vaya a ser que tu mujer lo perciba. Las mujeres tenemos un olfato mas desarrollado que vosotros para estas cosas.
Aunque se duche concienzudamente, su mujer puede notar si estuvo con otra mujer. Otra cosa es que le importe o no. Si ya no hay amor entre la pareja, lo importante a esas alturas es mantener su posición acomodada de acuerdo al cargo del cónyuge.
ResponderEliminarUn saludo, Rodericus.
No se como, pero lo notan, aun que uno se duche, otra cosa es que te lo digan o no, según les convenga.
ResponderEliminarsiiiiiiiiiiiiiiiiiiii...lo notan, menos las que no quieren enterarse por algún interés acomodaticio ¡¡¡
ResponderEliminarsalut
Hay cosas que no se pueden disimular...
ResponderEliminarDicen de un sexto sentido...pues es así de cierto.
ResponderEliminarGastarse un dineral en un coche de lujo es una de las mayores payasadas que hacemos los humanos, máxime cuando la inmensa mayoría no lo saben conducir, ni sacar provecho alguno de lo que se compran.
ResponderEliminarCon las parejas pasa parecido, algunos no valoran lo que tienen en casa y luego pasa lo que pasa...
En fin, como ponia a la puerta del quirofano:
"Errare humanum est"
Un salido, perdon, un saludo...