Muy a nuestro pesar, en los últimos años de la vida de nuestro país, la corrupción es un asunto que se ha instalado casi permanentemente en las noticias y en la actualidad.
Corrupción política, administrativa, deportiva y de todo tipo ocupa las portadas de los diarios, las cabeceras de los informativos de radio y televisión, y las conversaciones callejeras. Y de repente, parece que haya corrido por este país una epidemia de robo y latrocinio como una infección muy contagiosa, que provoca a los que la "padecen" una irresistible pulsión por apoderarse de los dineros ajenos.
Y no, no es así. Tan solo sucede, que en épocas de prosperidad, este comportamiento pasa algo mas desapercibido entre la opinión pública, mas ocupada en sus propios asuntos cotidianos. Pero en épocas de "vacas flacas" como la que vivimos, cada caso, cada escándalo parece un insulto, un escupitajo directo a la cara de los que padecen una situación de miseria y estrecheces. También la prensa y el periodismo han contribuido ha destapar este panorama al poner fin a la impunidad, al "pacto de silencio" del que gozaban las élites de nuestra política implicadas en estos escándalos. Ahora, solo falta que el sistema judiciál cumpla con su trabajo de una manera eficaz e imparcial.
Algo que dudo
Pero no nos engañemos. La corrupción es inherente a la condición humana, y casi podemos situar su origen en la noche de los tiempos.
Para situar su origen, tenemos que remontarnos al Neolítico. Aproximadamente 8.000 años antes de Cristo, la organización social del homo sapiens cambió. Pasó de ser grupos de cazadores-recolectores, a organizarse de una manera sedentaria en comunidades de agricultores y ganaderos. El hombre, empezó a conocer los rudimentos de la agricultura intensiva, y a domesticar a los primeros animales.
La abundancia de alimentos provocó una explosión demográfica, y aquellos pequeños grupos se transformaron en comunidades mas numerosas. Aquí arrancó el concepto de "propiedad privada", ( mis tierras, mis animales, mi clan familiar ), y lógicamente, hubo que buscar lideres que pusieran orden en los conflictos de intereses en aquellos grupos de agricultores y ganaderos.
Nacieron las primeras poblaciones sedentarias, cerca de los campos de labor, y con el corral de los animales pegado a las paredes de adobe de las cabañas.
Aquí aparece la figura de los "hombres de respeto". Gente que intentaba poner orden y sentido común en aquellos grupos primigenios, cuya palabra e inteligencia eran reconocidas por todos los miembros de la comunidad. Nació el poder político, y como tal, la corrupción. Sacar provecho personal de la autoridad sobre el grupo.
No cuesta nada imaginar al cacique de la época, cobrando sus "favores" en forma de cabras, sacos de cereales, etc. El dinero, aún tardaría unos milenios en aparecer
Bien, en la milenaria historia de la península ibérica, tenemos centenares de casos de corruptos y corruptores, y mi intención, es hacer una pequeña galería con los casos mas curiosos y hasta sorprendentes. Pasemos al primer corrupto "autóctono" registrado en las crónicas.
Corocotta
Dice un escritor amigo mio : "La historia es un abismo lo suficientemente profundo como para engullirnos a todos ". Y no le falta razón. Pero de vez en cuando, un ligero destello en el fondo de los siglos llama nuestra atención.
Estamos en el año 26 A.C. La mayor parte de Hispania está ya bajo el control militar y político de Roma. La presencia romana en la península se había intensificado desde los tiempos de la Segunda Guerra Púnica, y progresivamente había caído bajo el control de Roma casi todo el territorio, a excepción de la franja norte, la zona cantábrica.
La tesis oficial que dio Roma para iniciar lo que se conoció como Guerras Cantabras, fue proteger a los vacceos, asentados en la meseta, de las incursiones y los saqueos de las tribus cántabras y astures. La costumbre de los cántabros de saquear las tierras vecinas del sur cada verano, ayudo a crear una coartada para los romanos.
Aunque la realidad parece ser que el hallazgo de oro y plata en abundancia en territorio astur fue el detonante de la codicia romana, que empujó al cónsul Octavio, ( posteriormente el primer emperador, Augusto ) a someter a las tribus de la zona.
Aunque la realidad parece ser que el hallazgo de oro y plata en abundancia en territorio astur fue el detonante de la codicia romana, que empujó al cónsul Octavio, ( posteriormente el primer emperador, Augusto ) a someter a las tribus de la zona.
Tras un par de años de campaña, en la que los legados romanos se apuntaron unas débiles victorias frente al enemigo, Octavio decidió ponerse personalmente al mando de las legiones para terminar de una vez por todas. Las minas de oro de Las Médulas habían mostrado su potencial riqueza. Pero estaban enclavadas al sur del territorio de los astures, y quedaban a expensas de las incursiones de estos contra los invasores de su territorio. Cuando las legiones emprendieron la invasión del territorio astur, los cántabros se aliaron con sus vecinos agredidos, comprendiendo que en esta ocasión Roma amenazaba con eliminar su independencia
Hay que aclarar, que a pesar de la diferente denominación, entre galaicos, astures y cántabros apenas habían diferencias. Pertenecían a los pueblos de habla celta, compartían panteón de dioses, lengua, costumbres y ritos comunes, así como una estructura política tribal muy similar.
Hay que aclarar, que a pesar de la diferente denominación, entre galaicos, astures y cántabros apenas habían diferencias. Pertenecían a los pueblos de habla celta, compartían panteón de dioses, lengua, costumbres y ritos comunes, así como una estructura política tribal muy similar.
Las tribus cántabras eran un hueso duro de roer. Aunque inferiores en numero al ejército reunido por Octavio, sus guerreros eran hábiles y expertos jinetes. Habían participado como mercenarios en la segunda guerra púnica, y en la guerra civil romana disputada en Hispania entre Julio César y Pompeyo. Luchaban en su territorio, explotando el conocimiento que tenían de él, y practicando una guerra de guerrillas, infligiendo el máximo daño posible a las legiones de Augusto, pero rehuyendo el enfrentamiento a campo abierto. Allí, con espacio para maniobrar, las legiones romanas eran imbatibles.
Recreación ideal de guerrero cántabro del siglo I A.C.
La campaña resultó bastante sangrienta y difícil para ambos bandos. Solo la cantidad de efectivos dio la ventaja a Octavio sobre sus oponentes. Una vez pacificada la zona oriental, la astur, Octavio se volcó en la conquista del sector Cántabro. Paralelamente, hubo una rebelión generalizada entre las tribus sometidas de las zonas cercanas. Las cosas se pusieron tan difíciles e inseguras, que Octavio se vio obligado a importar trigo por vía marítima para alimentar a su ejercito, ¡¡ desde Aquitania !!.
Aunque mientras realizaba el asalto final de la campaña contra las fortalezas cántabras, la retaguardia de las legiones empezó a sufrir constantes ataques de una partida de guerrilleros liderados por un tal Corocotta.
Los movimientos de las legiones, y de los transportes militares eran sometidos a constantes emboscadas en terrenos montañosos y difíciles, donde su superioridad en numero y equipo no servia de nada. Aquellos guerreros parecían surgir del vacío entre las peñas y la maleza, atacaban la cabeza o la cola de los convoyes militares, causaban bajas y se apoderaban de todo aquello que podían. Y desaparecían del mismo modo.
Octavio decidió, como hábil conocedor de la condición humana, colocarle precio a la cabeza de aquél rebelde, con la esperanza de que alguno de los suyos traicionase a Corocotta.
A medida que las incursiones y la emboscadas de Corocotta se hacían cada vez más duras, y el caos que ocasionaban aumentaba, Octavio fue incrementando también la recompensa ofrecida, hasta que alcanzó la astronómica cifra de 200.000 sestercios.
Para hacernos una idea de la suma, un sestercio equivaldría al cambio actual a un Euro con treinta y tres céntimos. Por un sestercio, se podía cenar razonablemente bien y hospedarse en una lujosa villa durante un día. Para un cántabro, la recompensa de Octavio era una verdadera fortuna.
Un buen día, en el campamento militar de Octavio en Sesamón ( actualmente en la provincia de Burgos ), un oficial de guardia irrumpió en la tienda de su jefe. Había un andrajoso cántabro en la puerta del campamento que afirmaba ser Corocotta e insistía en ver personalmente a Octavio.
Cuando Octavio escuchó lo que tenia que decirle aquél indígena, quedó estupefacto. Corocotta le proponía entregarse, pero que a cambio Octavio pagase la recompensa a sus familiares. Su primera reacción, fue la de ejecutar a aquél tipo, al que no sabia como clasificar, si como alguien con mucho valor y poco apego a la vida, o como un chiflado.
Pero recordó el método de Julio César en la campaña de las Galias, "divide y vencerás ". Decidió pagarle a aquél hombre la recompensa, y asegurarse su lealtad, la de su clan y la de su tribu. Quizás seria la manera de asegurar la paz en su retaguardia, y que sus difíciles envíos de suministros entre unidades llegasen a su destino sin mas complicaciones.
Corocotta fué agasajado como un jefe aliado en el campamento, y se marchó de allí con su recompensa en metálico cargada en caballerías Corocotta no volvió a incordiar las campañas de las legiones de Octavio. A finales de aquél año, Octavio, cansado y enfermo, tuvo que retirarse a la capital de la provincia, Tárraco, dejando en manos de sus generales la campaña contra los cántabros, que continuó de una manera despiadada, rayando el exterminio y lo que ahora denominamos "limpieza étnica".
Las batallas contra las ciudades cántabras de Amaya, Monte Bernorio y Monte Cildá fueron tremendas. A pesar de sus victorias, las legiones romana pagaron con sangre y muchas bajas aquella campaña. Los militares romanos quedaron impresionados por el valor y la desesperación de los montañeses cántabros. Algunos de aquellos prisioneros fueron ejecutados en cruces. Mientras agonizaban, seguían entonando sus himnos de guerra.
Finalmente, en el año 19 A.C. los cántabros supervivientes fueron obligados a establecerse en los llanos tras su derrota. La "pax romana", la paz de los cementerios, reinó en la zona. La explotación intensiva del yacimiento de oro de Las Médulas se puso en marcha, con prisioneros-esclavos. Algunos de los cántabros supervivientes, se enrolaron como tropas auxiliares en las legiones romanas.
Conclusiones
A pesar de que Corocotta es una sombra de nuestra historia envuelta en leyendas y mitos, tengo la convicción de que existió en realidad. El historiador Dión Casio cita al personaje y a este incidente en la elegía fúnebre de Augusto, como ejemplo de la generosidad del emperador fallecido.
Posteriormente, la identidad de Corocotta ha sido reivindicada como ejemplo de la dureza y la bravura de los cántabros primigenios. También estoy convencido de que era realmente astur, aunque ya he dicho que entre astures y cántabros apenas habían diferencias. Creo que era astur por una pequeña pista : tras cobrar la recompensa Caracotta, una de las ciudades astures, Brigantum, ( no confundir con Brigantium, La Coruña actualmente ) se "pasó" al bando romano, dejando a las legiones las manos libres para operar tranquilamente en la zona.
¿ Era Caracotta naturál de Brigantum ?. Casi con seguridad. La recompensa, y un tratado de paz con los romanos asegurarían la prosperidad y la tranquilidad del lugar.
Los romanos extrajeron valiosas enseñanzas militares de sus campañas de guerra en Hispania. Adoptaron la espada corta de aquellos indígenas, que se había demostrado muy útil en la lucha cuerpo a cuerpo, bautizándola como "gladio", y que daría nombre a los luchadores de las arenas romanas, los gladiadores. A partir de entonces, fue el arma reglamentaria de los legionarios de a pié.
Adoptaron una táctica de caballería cántabra, el "circulo cántabro", que había demostrado su eficacia para romper las formaciones de la infantería romana, poniéndola en fuga.
Octavio, a su regreso a Roma, edificó y consagró un templo a Júpiter Tonante, en agradecimiento por haber regresado sano y salvo de la campaña cántabra.
En el año 16 A.C. Octavio, una vez "pacificado" definitivamente el norte de Hispania, ofreció un "triunfo" a Agrippa, el último legado que había dirigido las operaciones. La victoria había sido tan costosa y sangrienta, que Agrippa rechazó aquél honor. Aún quedaba algún militar con dignidad en Roma.
¿ Fué Corocotta un corrupto ?. Si tenemos en cuenta que se "pasó" con armas y bagajes a las filas de sus mortales enemigos a cambio de dinero, si. Para otros, fue un tipo pragmático que viendo la guerra perdida, sacó provecho de ella para si mismo y los suyos.
Como dice Timoteo :
- ¡¡ Nene!!, quien dice que es insobornable, o es idiota, o no se valora a si mismo. Todo el mundo, tenemos algún precio.
Corocotta. Todo alrededor de él es incierto, héroe nacional cántabro, azote de Roma, rebelde indómito y líder de masas. Esta es la imagen idealista que se tiene de él hoy en día en Cantabria. Pero hay grandes lagunas que conceden la duda sobre este personaje extraordinario. Roma puso precio a su cabeza, exactamente 200.000 sestercios (para dar una idea del valor de entonces, con un sestercio se cenaba y dormía en una "mansio", lugar para dormir y pasar la noche). Un día se presentó un bárbaro desaliñado ante Augusto con intención de cobrar la recompensa. El le miró de soslayo y le preguntó dónde estaba el caudillo cántabro, a lo que el sujeto le contestó algo así como “Aquí me tienes, yo soy Corocotta; ahora págame lo que me debes”. Augusto, abrumado por semejante valentía, le dejó ir… y le pagó su recompensa.
ResponderEliminarCon la historia de este Corocotta casi me olvido:
ResponderEliminarBesos Romanos
Tiene toda razón Lucrecia, esa anécdota es la que más se cuenta de él.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu entrada.
Besos!!
P.D: Sé que te debo una misiva, pero estoy con el tiempo ahogándome. :-(
Una entrada fantástica. Por supuesto, conocía la historia de Corocotta, es imposible no hacerlo
ResponderEliminarBesos
Que interesante esta entrada!!!!
ResponderEliminarun abraxo!