Eran poco mas de las nueve de la mañana cuando el camión de transporte empezó la descarga de los vehículos recién llegados al concesionario ubicado en el ensanche barcelonés, en una manzana con forma de cuña entre dos populosas avenidas.
Artur Vila, el jefe de ventas recibió la remesa de documentación del envio de manos de uno de los mecánicos encargados de la limpieza y puesta a punto para las entregas. Revisó la media docena de carpetas, y encontró la que estaba buscando. Una correspondiente a un modelo CLS 500 extra premium gris oscuro de 408 caballos. Repartió el resto de las carpetas entre los vendedores para que los clientes fuesen avisados de que ya podían pasar a recoger sus nuevos coches. Con la carpeta del 500 bajo el brazo, entró en su despacho, se sentó a la mesa y buscó una tarjeta en uno de los cajones del escritorio.
Marcó un numero escrito a mano en aquella tarjeta, el prefijo correspondía a Madrid.
-- Buenos dias, querria hablar con la señorita Elsa Roca, por favor... si, soy Artur Vila, de Automóviles Fulánez, de Barcelona. Bien, espero....
Elsa Roca, la secretaria personal del ministro descolgó el teléfono en su despacho del ministerio del interior.
-- ¿ Quién dice que es ?... ¡¡ Ah!!, si, páseme la llamada, por favor....
-- ¿ Señorita Roca ?, buenos dias, soy Artur Vila, director comercial de Automóviles Fulanez. El motivo de mi llamada es comunicarle que ya tenemos en el concesionario el nuevo automóvil del señor Fernández-Martí. Puede pasar a recogerlo en el momento que crea conveniente.
-- Gracias señor Vila, yo le paso nota inmediatamente al señor Fernández, y el se pondrá en contacto con usted para ultimar cuando pasará a recogerlo. Buenos dias.
Elsa colgó el aparato, y sacó su teléfono móvil del primer cajón del escritorio. Ernesto mantenía una reunión con altos mandos de la Guardia Civil en su despacho, y había dado instrucciones claras de que no se les interrumpiese por ningún motivo. Después de tantos años de trato con Ernesto, Elsa no tenia muy claro si aquella era una reunión de trabajo formal por alguna cuestión importante, o bién que Ernesto había montado una sesión de confraternización regada con güisqui reserva con los uniformados, esas a las que su jefe recurría de vez en cuando para "engrasar" sus buenas relaciones con sus subordinados.
A pesar de que podía hacerlo, decidió no irrumpir en el despacho. La última vez que interrumpió una de esas reuniones con reserva de doce años, había notado una cierta incomodidad de los reunidos al ser sorprendidos por ella con los vasos sobre la mesa de reuniones.
Abrió la aplicación de mensajería, y seleccionó el número privado de Ernesto.
"Ha llamado el señor Vila de
Automóviles Fulánez, de Barcelona,
ya tienen allí tu nuevo "juguete",
puedes pasar a recogerlo cuando quieras".
Elsa recibió sorprendida la respuesta a su mensaje apenas dos minutos después a través de la linea interna :
-- Elsa, cariño, gracias por el aviso. Por favor, reservame plaza en el AVE para Barcelona de las doce y treinta de mañana.
Elsa realizó un par de llamadas, en la primera reservaba tres plazas de primera clase en el tren de alta velocidad del dia siguiente. Nunca había problemas, los de ADIF siempre tenían un puñado de plazas de cortesía reservadas para los miembros del gobierno. La segunda fué para avisar a la seguridad interna del ministerio del cambio de planes del ministro, había que enviar un par de escoltas con su jefe para garantizarle un viaje tranquilo de vuelta a casa, y que el coche oficial recogiese al trío en la estación de Barcelona.
Había notado una cierta excitación en el tono de voz de su jefe, y además había utilizado el término "cariño" para dirigirse a ella, a pesar de que sabia perfectamente que a ella le desagradaba aquella familiaridad. Había sentido algo de desasosiego al oírle dirigirse a ella con aquél calificativo. La vieja pesadilla había lanzado un destello desde el pasado, desde la trastienda de su alma.
Echó mano del espejo que guardaba en el cajón del escritorio, y se miró en el reflejo. Bajo los rasgos de una esplendida mujer madura, seguía viviendo aquella jovencita angustiada. Tras unos instantes, se repasó el carmín de sus lábios con el lápiz pintalabios. Había convertido aquél gesto en algo terapéutico cuando se sentía desasosegada, o algo le preocupaba.
Guardó el espejo y la barra de carmín. Y refunfuñó en voz alta para si misma :
-- No tiene remedio, sigue siendo un puto crio.
( Continuará )
Lo de llamarla cariño a lo mejor era por la posible ingesta etílica con los mandos militares. Estaba contento por doble motivo.
ResponderEliminarUn abrazo, Rodericus.
Aixó s'anima, a per la tercera entrega...
ResponderEliminarsalut
.................¿ y qué pasó ?
ResponderEliminarQue siga el relato
ResponderEliminarUhhhh...yo es que le voy a sacar punta a todo lo que lea...
ResponderEliminarEste señor ya no me cae bien. Quizá sea porque es del gobierno y ya por eso no lo aguanto. Lo de "cariño"...Yo solo tuve un jefe en mi vida y no era realmente el jefe, lo era su mujer.Y el tipo era muy educado. Así que no puedo hablar mal de un hombre. Pero realmente a mi un jefX (hombre o mujer) me llama así...y en algún momento le diría que no somos amigos, y que por ese apodo sólo me llama mi madre o alguna amiga...y ahí se zanja el temita.
Lo del trato "preferente" de Adif me revienta...pero así está el mundo de los de arriba...grrrrr