Guerrero samoano representando una danza rituál
Lunes tormentoso. Después de una larga jornada de trabajo, me dirijo de vuelta a casa. Aún quedan por redactar algunos correos electrónicos, y algún asunto mas.
Decido detenerme en el frankfurt que hay en la esquina de mi calle. Creo que me he ganado una cerveza fresca y poder ojear tranquilamente el periódico que he comprado a primera hora de la mañana. Intentar leer el diario en un vagón de metro abarrotado me parece una descortesía hacia los que me rodean.
En la barra del bar hay dos parroquianos charlando, dos hombres que rondarán la treintena. Por lo demás, el bar está vacío y en silencio. No puedo evitar escuchar la conversación que mantienen entre ellos.
- ¿ Samoanos ?.
- ¡¡ Sí !!. Son diseños de tatuajes parecidos a los maoríes, pero mas elaborados, con un filigranado mas fino. Se están poniendo de moda.
- ¿ Y te los vas a hacer ?.
_ Si, he hablado con el Charly, el del estudio de tatuajes para que me busque algunos diseños, a ver si encuentro alguno que "mole" de verdad. ¡¡ Me hace ilusión llevar algo original, tío !!.
Levanto la vista del periódico y miro al futuro "hombre ilustrado". Ropa informal con tejanos desgastados, chaqueta de "chandal" deportivo, barba de una semana, y los lóbulos de las orejas perforados con dos anillas ensanchando los agujeros, que dejarían pasar tranquilamente un par de tornillos del métrico diez.
Dos jóvenes, típico producto del barrio, un distrito de clase obrera de Hospitalét del Llobregat. Que ya no saben muy bien que colocarse en el cuerpo para impresionar a alguien, para asumir el rol de "duro".
¿ Diseño maorí, samoano ?. Estos dos no tienen ni la mas remota idea de porqué los maoríes y las samoanos tatuaban sus cuerpos de esa manera.
Los tatuajes de esa zona del pacífico sur eran las señas de identidad del que lo portaba, y decían todo esto al que supiera leerlos :
- Identidad ( individuo )
- Casta
- Familia
- Clan
- Tribu
- Haber sido admitido en la edad adulta tras un rito de iniciación.
- Combates en los que participó.
Como podréis suponer tras leer esto, el proceso de tatuado podía durar la mitad de la vida del individuo. El tatuaje que determinaba la identidad, debía recibir el visto bueno, ser aprobado por el consejo de la tribu, y no se realizaba hasta ya entrada la edad adulta. Cubría la cara por completo.
Venia a ser algo así como una mezcla de árbol genealógico y de "currículo"
La costumbre del tatuaje ha decaído entre los maoríes en el último siglo. La llegada del cristianismo a las islas estigmatizó las viejas costumbres tribales como paganas, y las nuevas generaciones de polinesios no están por la labor de grabar en su piel los viejos dibujos. Por no hablar, de que en todas partes hay gente que siente fobia a las agujas. Hasta los bailarines que interpretan y danzan el son de las viejas canciones tradicionales, llevan en su cuerpo pinturas que imitan a los tatuajes.
No deja de sorprenderme que alguien por motivos estéticos y caprichosos, esté dispuesto a tatuar su piel de forma indeleble, con los símbolos de una cultura desconocida y lejana. No me imagino al tipo de las orejas perforadas bailando una Haka, vestido solo con un taparrabos vegetal y con una lanza en la mano. Y no deja de tener gracia, que ahora que los maoríes han dejado casi de tatuarse, lo haga un vecino de Hospitalet en su nombre.
El asunto del tatuaje, me hace regresar atrás unas décadas en el tiempo, hasta mi lejana adolescencia y juventud
El viejo Estanislao, para mí el señor Estanis, era un vecino mio en aquella época. Un viejecito amable y educado, vestido siempre con suma corrección, y que inefablemente siempre tenia una palabra amable para los que compartíamos con el vecindad. Crecí viendo su figura familiar subiendo y bajando las escalera ( cuatro pisos sin ascensor ), acompañado de su sempiterno bastón. Para mi, parecía formar parte de la finca, siempre había estado allí, y yo apreciaba a aquél anciano agradable y tranquilo.
Una mañana de primavera, entablé conversación con el mientras tomaba el sol sentado sobre el armario de madera que protegía los contadores de agua del edificio, junto a la puerta. Reparé entonces en un "manchurron" de tinta que cubría la mayor parte de la cara interna de su antebrazo derecho. Aquella "mancha" borrosa y amorfa era prácticamente indescifrable en aquella piel ajada por el tiempo.
- ¿ Y esa mancha en el brazo, señor Estanis, que es ?.
- ¡¡ Ay, hijo mio !!. Un error de juventud. Es, o mejor dicho era, una bayoneta.
El anciano hizo una pausa durante unos segundos, y vi que su mirada bonachona adquiría un tono duro.
-Es que hice el servicio militar con los "regulares" en Marruecos. Fue una decisión estúpida el tatuarmela en el brazo. Eran tiempos duros, ¿ sabes ?. Y desde entonces, me he arrepentido muchas veces de haberme dibujado "eso" en el brazo. Y ya la ves ahora, convertida en una mancha informe y asquerosa. ¡¡ Maldita noche de borrachera !!..........
Tiempo mas tarde, supe que el viejo Estanis había participado en la guerra del Rif. Que aquellos tiempos, si habían sido realmente duros para él. Quizás hubo un momento, en que Estanis no daba un duro por su pellejo y no creyó que saldría vivo de allí. Y que no le importó cometer alguna que otra locura, con la conciencia del que no sabe si existirá un futuro para él.
Me gustaría saber que pensará de sus extensos y recargados tatuajes ese muchacho dentro de treinta años.
Quizás yo no sea la persona mas adecuada para "despotricar" contra los tatuajes. Como buen marino, tengo uno. Una pequeña y sencilla cabeza de dragón que recuerda a los petroglifos aztecas que representan a Quetzalcoatl, la serpiente emplumada. Pero está situada en un lugar discreto, y para mi tiene todo su sentido. El recuerdo de una época en la que fui joven, y me creía inmortal.
Pero envejece conmigo con bastante dignidad, y no me avergüenzo de ella.
Salí a la calle tras tomar mi cerveza pensativo. Para mí, ser un "tipo duro" no es exhibir tatuajes tribales por medio cuerpo, ni perforarme los lóbulos de la oreja para que el viento silbe a su través.
Para mí, ser un tipo duro significa no bajar la mirada cuando los demás lo hacen. Significa trabajar con constancia, aunque nadie de un duro por mi idea. Significa tener fe en el futuro aunque parezca que estamos viviendo el fin del mundo. Significa no callar cuando los demás enmudecen de miedo. Significa tener dignidad. Significa no dejarme engañar.
Eso, si es ser "duro" o "dura". Y por suerte, tengo algunos ejemplos de ello a mi alrededor.
No soy ningún carcamal convencido de que la juventud actual sea una pandilla de degenerados. Conviví con individuos parecidos en mi adolescencia y juventud. Horteras y descerebrados los ha habido en todas las épocas. Pero estaba convencido entonces, de que con algo de formación y educación, con libertad, y con información, estos tipos desaparecerían.
Me equivoqué.
P.D. Como regalo, os dejo una canción tradicional maorí, interpretada por esa gran dama del canto que es Kiri Te Kanawa. Imprescindible por su belleza.