PREMIOS, LITERATURA Y LA MADRE QUE LOS.....

   
                       Dolores Redondo                                                          Bob Dylan


Ha querido la casualidad que en poco mas de dos dias hayan coincidido las concesiones de dos premios literarios, que a diferente escala, tienen trascendencia en la vida cultural de este país.

El primero de ellos, ha sido la concesión, contra cualquier pronóstico,  al cantante y poeta Bob Dylan del premio Nobel de Literatura el pasado dia trece de este mes.

No voy a opinar si el premio es acertado o merecido en el caso de Dylan. Ignoro incluso si ha publicado algún volumen recopilatorio de su poemas o de las letras de sus canciones. O de ambas cosas a la vez

Me ha asombrado más el revuelo que se ha formado en el mundillo literario que la concesión del premio en sí misma.

El pasado sábado pude escuchar a través de la radio unas declaraciones del señor Fernando Sánchez Dragó acerca del premio a Dylan.  Este se mostraba profundamente ofendido e indignado por esta concesión de la Academia Sueca a Dylan. 

El cabreo de Dragó tenía alturas estratosféricas, porque en su opinion, devaluaba a la literatura "formal", "seria".

Bastante más injustificado me pareció a mí la concesión en el año dos mil nueve a Barack Obama  el Nobel de la Paz, cuando ni siquiera llevaba un año ejerciendo la presidencia de los Estados Unidos. Que un negro alcance por primera vez la presidencia norteamericana me parece meritorio para el señor Obama. Pero de eso, a premiarlo con un Nobel media un abismo, máxime cuando por entonces el señor Obama solo había "vendido" grandes expectativas, nada más. Y ha cumplido muy pocas en ocho años, la verdad.

Pero acerca del Nobel a Dylan, algo en  mi interior me decía que Dylan y la literatura tienen mucho que ver, que los de la comisión no andaban demasiado errados.

Y ha sido hoy reflexionando sobre los orígenes de la literatura, como he encontrado el denominador común : los rapsodas y bardos de la antigüedad. 

Todos reconocemos en Homero a un poeta de la más remota cultura griega. Alguien que compuso "La Iliada" en el siglo VIII antes de Cristo, y de quien no sabemos gran cosa, tan solo que "La Ilíada" ha llegado hasta nuestros dias como una crónica en verso de la destrucción de Troya y de los protagonistas de aquél drama.

No sabemos si era un poeta, y si "La Ilíada" era una composición propia o mas antigua, pero sabemos que Homero era un bardo, un rapsoda que se ganaba la vida cantando sus poemas en las plazas públicas, en festejos y en las mansiones de los señores de la guerra de la época. Y lo hacía posiblemente acompañándose de un arpa o una lira.

Esos son los orígenes de nuestra literatura. En una época en que el lenguaje escrito estaba en pañales y era bastante rudimentario, tan solo una herramienta para que los administradores de la época llevasen la contabilidad y el registro en aquellas pequeñas ciudades-estado.

Apenas casi nadie sabía leer y menos escribir aquél griego arcaico. Toda la historia, todas las tradiciones eran de transmisión oral, cantadas por aquellos hombres sentados frente al fuego, y rodeados por una atenta comunidad.

Solo fué posible siglos después, con una escritura plenamente desarrollada registrar la historia y los mitos por escrito, fijando aquellas tradiciones orales. Así es como han llegado hasta nosotros los versos de "La Iliada" y las hazañas de Aquiles y sus compinches los Mirmidones

Y que no nos suene tan arcaico todo esto. Al principio del siglo XX, la tasa de analfabetos en España era de un cincuenta y seis por ciento. Era habitual en las calles y plazas lo que se llamaba "literatura de cordel", que no era otra cosa que un lienzo desplegable con ilustraciones que ayudado por un puntero, relataba algún ciego o impedido,  que se ganaba algunas monedas del público con su narración.

Así es que en el fondo, el premio Nobel a Dylan es un homenaje a los antiguos bardos, que transmitieron durante generaciones mito, leyendas, hazañas, romances. Guardaron en su memoria los sueños, las penalidades  y los anhelos de sus antepasados.

Siempre necesitaremos a un bardo, un rapsoda que nos cante y aleje nuestros miedos, que levante su voz contra la injusticia, y que golpee nuestras conciencias dormidas.

Me resulta chocante que Sanchez Dragó, un tipo de vasta y extensa erudición no haya reparado en todo esto. Quizás sea que al estar tan ocupado sacándole brillo a su ego, no ha tenido tiempo de reflexionar un poco.

Y acerca del premio Planeta, tengo que aclarar que soy un auténtico "fan" de la obra de Dolores Redondo. La "trilogía" del Baztán" ha sido un chorro de aire fresco en la novela negra contemporánea en España. Leí prácticamente de un tirón las tres novelas.

Pero me cuesta creer que entre más de quinientos originales presentados ( según la editorial ) al concurso, y bajo seudónimo y plica, la novela de Redondo se haya llevado el premio sin que el jurado no supiese quién era realmente la autora.

Se algúna cosa de los entresijos de la edición del premio en 1.986, cuando se proclamó vencedor a Terenci Moix con su obra "No digas que fué un sueño", que me hacen desconfiar de la transparencia del premio Planeta. No digo más

Os dejo con un bardo moderno, con Van Morrison y su versión de una canción tradicional norteamericana : "Shenandoah", una pequeña delicia.

Siempre necesitaremos escuchar a un bardo.