Banda sonora para este "post" : Pánico en el Edén. Tino Casal.
Lunes "espeso". La huelga de casi todo el transporte metropolitano de Barcelona ha convertido el habitualmente complicado tráfico rodado de Barcelona en una autentica pesadilla. Consigo encontrar una salida al atasco generalizado, y llego a la oficina de la empresa solo cinco minutos mas tarde de lo habitual a la reunión de los lunes, a pesar de haber madrugado mas de lo habitual.
Allí, el clima "espeso" también parece haberse contagiado. No hay grandes novedades, y al cabo de veinte minutos, empiezo mi ronda habitual de visitas con los clientes habituales.
A media mañana, hago un alto en un bar de un poligono industrial para tomar un café y relajarme un poco. Me encuentro a un viejo conocido con el que he tenido tratos comerciales en el pasado.
La conversación gira inevitablemente sobre la pésima situación de nuestro ramo de trabajo, la industria. Me sorprende con una afirmación que no esperaba oír en sus labios.
- No hago ningún plan de futuro, vivo al día, y mis horizontes llegan como mucho hasta el final de la semana. El próximo lunes, Dios dirá.
Tiene unos treinta y tantos de edad, aunque aparenta algún año más. Casado, un hijo y una hipoteca pendiente, supongo. La sumisión y el fatalismo que desprenden sus palabras, no me sorprenden tanto como adivinar un cierto reflejo de miedo en su mirada.
Miedo.
El resto de la jornada no es gran cosa. El colapso ciudadano parece haberse contagiado a la actividad diaria, me da la impresión de que todo el mundo se mueve con desgana.
Mientras conduzco por la tarde de vuelta a casa, reflexiono sobre el miedo. Nuestro mundo moderno y civilizado, ha hecho del miedo una poderosa herramienta de control del ciudadano, y de hecho, nos hemos instalado en la cultura del miedo.
De hecho, vivimos en la era del miedo. Miedo a perder el trabajo, miedo a no poder hacer frente a los gastos, miedo a perder nuestra casa o piso, miedo a los transgenicos, miedo al hambre, miedo a la energía nuclear, miedo a las lineas de alta tensión, miedo a las sequías, miedo a las inundaciones, miedo al mal de ojo, miedo a las vacunas, a los extraterrestres, a los médicos, a la leche, a los conservantes, a los pesticidas, a los antibióticos, a las toxinas, a las bacterias, a los virus, a los musulmanes, a los judíos, al Vaticano, a los homosexuales, a los locos, a cualquier complot disparatado, a los espíritus, al pensamiento, a las criticas, a los hechos, y hasta a las redes "wi-fi".
Miedo al fin del mundo.
Me detengo poco antes de llegar a casa, a un lado de la carretera. Salgo del coche y enciendo un cigarrillo mientras contemplo el atardecer. Respiro hondo y consigo serenarme. Una idea cruza mi pensamiento.
El miedo, es la clave. A través de él, han conseguido domesticarnos, con el, nos han contagiado un estado de confusión casi permanente. Vivimos en un estado de sobresalto continuo. Y manteniendonos en el, han conseguido cercarnos, inmovilizarnos rodeados de miedos, como una valla electrificada que controla a los rebaños de ganado.
Hemos de despojarnos de nuestros miedos capa a capa, como si fuésemos una cebolla. Porque solo hemos de tener miedo de una cosa : de nosotros mismos. Mientras nos quede algún miedo, podrán manipularnos.
Solo así podremos plantarle cara al destino, y empezar a tomar el control de la situación. Entonces podremos salir de este marasmo que nos rodea, y evitar que se vuelva a repetir.
Vivir con plenitud, es cosa de valientes. Lo otro, es simplemente sobrevivir.
Está claro que es su mejor arma esa con la que han conseguido domesticar nuestras almas revolucionarias combativas para convertirlas en corderitos en manadas que al grito del pastor correremos al corral
ResponderEliminarUn beso
40, primero nos vendieron la idea de un falso progreso, después, nos pusieron a "pastar" en las grandes superficies comerciales. ¡¡ COMPRA !!, ¡¡ COMPRA !!, porque solo consumiendo podrás ser feliz.
ResponderEliminarCuando ya nos habían vaciado los bolsillos, nos pusieron en las manos un fajo de billetes a devolver en treinta años. Fue en ese momento cuando perdimos al pelea. Nos pusieron una cadena invisible al cuello. Y ahora soloo nos preocupamos de salvarnos cada uno por su cuenta.
Un beso.
Que grandes tus palabras Rodericus.
ResponderEliminarEsta vez si coincido contigo al 100%. Nos han domesticado con tanto miedo, su base para que no protestemos, para que sigamos arrodillados en silencio.
Debemos despojarnos de ellos y comenzar a gritar bien alto, aunque sea a través de estas páginas.
Un abrazo muy grande!
Gracias Rebeka. Es el principio, tomar conciencia de como hemos llegado hasta aquí. Y empezar a levantar la cabeza. No somos esclavos de nadie, salvo de nosotros mismos.
ResponderEliminarUn besazo.
La gente quiere vivir, pero tiene miedo. Vida no es esto de ahora de levantarse temprano para ir a trabajar, sin saber que pasará mañana ni tener teléfonos cada vez más inteligentes y televisión cada vez más estúpida.
ResponderEliminarVida no son una o dos semanas de vacaciones al año ni jubilarse a los sesenta ni tener trabajo. Vida no es pasar los días metido en una oficina trabajando con gente que no te agrada haciendo rico a alguien a quien tú no le agradas.
Vida no es vivir sin poder hacer planes para el futuro, quizás solo para el mes que viene. No se puede vivir con este miedo que nos han metido en el alma...
Vivimos cercados por el miedo.
besos
Pues tenemos que empezar a suprimirlo, Lucrecia. Por dos razones.
EliminarLa primera : es lo que nos impide tomar el control real de nuestra vida.
La segunda : No estaremos aquí eternamente, y no sabemos cuando nos marcharemos. Tenemos que vivir cada día con un poco de felicidad, y el miedo, nos impide disfrutarla.
Un beso, controladora de mi corazón.
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