"Jamas seria socio de un club que admita como miembros a gentuza como yo". ( Groucho Marx )
martes, 1 de febrero de 2011
LECCIONES DE VIDA, LECCIONES DE MUERTE
Su corazón se detuvo, cansado de tantos esfuerzos el pasado viernes por la tarde. Una llamada a deshora desde la clínica donde estaba ingresado convaleciendo de su última enfermedad me advirtió de los sucedido mientras cerraba mi jornada laboral en una abarrotada autopista. Regresaba de vuelta a la ciudad con la intención de visitarle. El día anterior parecía haber mejorado algo en su estado de salud, y había conseguido encontrarle una plaza en una residencia digna situada en el barrio donde el había vivido siempre. No estaba en condiciones de volver a vivir solo cuando le diesen el alta, y yo me paso el día en las carreteras. Maldita vida ajetreada que no nos deja tiempo para cuidar a nuestros viejos.
Llego a la clínica poco antes que lo hagan los empleados de los servicios fúnebres. Justo a tiempo para tener unos minutos a solas con el cadáver. Cierro unos ojos que ya no podrán ver la luz, y soy consciente de lo poco que queda de nosotros tras el último aliento, un cuerpo muy frágil que se enfría poco a poco.
Fin de semana en el tanatorio. Allí uno descubre el significado autentico de la palabra familia. La autentica familia que me ha apoyado en esos crudos momentos, no tiene nada que ver con la biológica. Son esas personas que las circunstancias de mi vida han puesto a mi lado, y que a través de los años, me han dado su ayuda y su calor, a pesar de no guardar ningún parentesco commigo. Son mis "hermanos de sangre", con los que he compartido alegrías y desdichas, y que siempre estarán a mi lado. De la familia biológica, ni tan solo una triste corona de flores.
Salvo alguna víctima de un desgraciado accidente, casi todos los difuntos que son velados en el tanatorio son ancianos. Los corrillos de familiares y amigos que se forman a la puerta de las capillas, son bastante animados. Incluso se escucha de vez en cuando una risa femenina chillona bastante repetitiva. Definitivamente, los velatorios ya no son lo que eran.
Lunes, el entierro ha sido el día anterior. Paso la mañana ordenando, desechando y guardando documentos y fotografías, registros del pasado. Un piso silencioso en la cima de un edificio del Ensanche. Nuestra vida, todas nuestras ilusiones caben tan solo en un par de carpetas, toda una vida en tan solo dos o tres kilos de papel.
A pesar de ser un quinto piso, y sin ascensor, echaré en falta contemplar desde los balcones el crepúsculo, la luz violeta que recortaba el cimborio de la torre de la Escuela Industrial en los anocheceres de verano, y el aroma de los jazmines que mi madre cuidadaba en los balcones.
Fue el padre que nunca desearé para nadie. A su manera, me dio ejemplo. Era todo lo que yo no debía ser nunca. Envenenó mis primeros años de existencia y consiguió ser mi intimo enemigo.
Pero estos últimos meses, con su fragilidad y su dependencia de mí, saldé todas las viejas deudas pendientes, todas las antiguas pesadillas y disfruté haciéndole compañía y mimándolo como a un niño. Transformé mi odio en cariño y en piedad.
Y descubrí junto a el lo poco que somos realmente. Tan solo somos alguna cosa a través de la mirada de los que nos aman.
Espero que alcance la paz que no disfrutó en vida
Nuestra vida, todas nuestras ilusiones caben tan solo en un par de carpetas, toda una vida en tan solo dos o tres kilos de papel.¡Que enorme verdad!
ResponderEliminarPor los tanatorios pasa mucha gente por pasar y por cumplir. Y diría que incluso en los casos más trágicos se escucha alguna animada conversación de fondo que habla bastante de quienes están allí y a lo que van.
No es sencillo transformar el odio en piedad y dar una buena despedida a quien no ha tenido la inteligencia de saber vivir como debiera. Da mucha paz, y esa paz no se pierde nunca. Te acompaño en el dolor y en la soledad de esos años que ya nunca volverán, a veces hay que decir afortunadamente aunque suene terrible.
Ayer mismo, no se si lo viste, Tony Cantó pronunciaba unas palabras ante la prensa. Unas palabras dirigidas a su hija, de dieciocho años muerta en accidente de tráfico, su fotografía se veía de fondo mientras hablaba. Era una niña hermosa, él un padre sereno que en su serenidad acuñó su enorme calidad humana. Creo que en todo cuanto uno hace deja un sello de lo que es.
Espero que haya otra vida. De verdad lo espero, habría que vivir dos veces para aprender a vivir como se debe vivir realmente.
Un fuerte abrazo.
Gracias Begoña.
ResponderEliminarUn abrazo.
Rodericus muchos ánimos! Eres un verdadero ejemplo!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!
Gracias Bandero.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esta vida, mala o buena, es pasajera. En la otra vida ellos nos están esperando. Nuestros padres, familiares y amigos que marcharon antes. Y Allí nos encontraremos todos y nos reconciliaremos eternamente.
ResponderEliminarun abrazo
Gracias Lucrecia.
ResponderEliminarUn beso.